Análisis del próximo rival del Real Valladolid

Foto: La Voz Digital
Y una vez te levantas tras el tropiezo, toca dar el segundo paso. La victoria de hace unos días del Real Valladolid ante el Oviedo hace ver las cosas de otra manera, con un carácter más optimista. Falta va a hacer. Con la clasificación tan comprimida cualquier cosa que no hubiera sido un triunfo hubiera supuesto la hecatombe, con la circunstancia de que ahora convierte la próxima salida en una oportunidad.
Enfrente estará un rival complicado, de esos que se ha venido hacia arriba en las últimas jornadas y, para qué negarlo, se trata de un hueso duro de roer para el Pucela como es el Cádiz. Un clon de los blanquivioletas en cuanto a las estadísticas, pero no en cuanto a contexto deportivo. Nada que ver. Una salida que se intuye complicada, pero que debe afrontarse como el posible impulso definitivo hacia los puestos altos de la tabla. El Ramón de Carranza espera.
Remontada fugaz
Y es que este Cádiz es otro desde hace varias semanas. Tres triunfos consecutivos ante Sporting (0-3), Reus (1-0) y Almería (0-2) han dado vida a un conjunto de Álvaro Cervera que hasta ahora estaba pecando de irregular. Los andaluces descansan ahora en la novena casilla de la clasificación con veintitrés puntos, los mismos que ostenta el Pucela con seis victorias, cinco empates y cuatro derrotas.
Todo se ve muy distinto tras tres victorias, claro. El juego del equipo es vistoso, gusta al espectador, los goles a favor llegan y los recibidos no, de manera que podría decirse que el Cádiz es uno de los conjuntos más en forma actualmente. Cervera parece haber dado con la tecla que se resistía inicialmente para dar un aire fresco a su equipo. Menos mal para los gaditanos, porque después del quinto puesto y el play-off del año pasado, el objetivo no es diferente para esta ocasión.
Y todo esto se traduce en cifras, claro. El conjunto amarillo es a día de hoy el segundo menos goleado de la categoría, el que más partidos deja la portería a cero y el mejor visitante. Poca broma a lo que se enfrentan los de Luis César este fin de semana. En los diarios locales se ha podido leer incluso la palabra “perfección” para definir el funcionamiento del equipo amarillo, tanto a nivel individual como colectivo. Una demostración de cómo están las cosas.
¿Y a qué juega exactamente este Cádiz? Con un 4-2-3-1 como formación favorita del entrenador, los amarillos cuentan con un ataque estelar por bandas con Salvi y Álvaro García como principales activos ofensivos. Una muy mala noticia para un Real Valladolid que sigue ofreciendo dudas en defensa y más cuando se habla de sus laterales. Los andaluces pueden hacer auténticas maravillas a la contra cuando cuentan con espacios, problema que deberá trabajar Luis César para no conceder la primera ventaja al rival.
Partido impredecible
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Por cierto, que si bien el Cádiz se muestra muy seguro lejos de casa, se da la circunstancia de no ser tan solvente como local, donde suma más empates que otra cosa. De siete choques lleva dos victorias, cuatro igualadas y una derrota, tratándose este del punto que deben mejorar los gaditanos para terminar de dar el do de pecho esta temporada. La imagen de los últimos partidos gusta, y mucho, pero de poco sirve si no se puntúa en casa de manera más regular.
A partir de ahí lo que pueda ocurrir este sábado en el Ramón de Carranza es una incógnita en cuanto a goles, ya que mientras que el Pucela suma 53 entre marcados y recibidos, el Cádiz se queda en menos de la mitad, veintitrés, con trece dianas a favor y sus diez en contra. Una diferencia abismal que demuestra la sólida defensa de los andaluces pero su escasez ofensiva.
No deberán descuidarse los blanquivioletas, en todo caso, de hombres como Barral, un auténtico clásico del fútbol español. El gaditano acumula cuatro muescas en su revólver y es uno de los principales peligros a tener en cuenta junto a los nombrados Álvaro García y Salvi, con tres y dos goles respectivamente.
Curiosidad del rival de esta jornada: ¿Quién de Valladolid no se acuerda del mítico Mágico González? En salvadoreño militó hasta ocho temporadas en el Cádiz y se convirtió en uno de los ídolos de la afición, si bien a orillas del Pisuerga también sigue siendo recordado más bien por sus buenas actuaciones… fuera del campo.