El Real Valladolid concedió demasiado a un rival que se va del José Zorrilla con una ventaja superior a los méritos mostrados sobre el césped

Regresaba el Real Valladolid al José Zorrilla con sed de Copa y terminó pagándoselas a su rival. El Leganés se aprovechó del ‘pagafantismo’ de su rival y, merced a sus dos goles, deja la eliminatoria muy encarrilada a falta de noventa minutos para su resolución.
Le temblaron en demasía las piernas a una segunda unidad que, pese a no desentonar en lo referente a la actitud, cometió algunos errores que terminaron saliendo caros. Y eso que la velada comenzó en los cauces de lo que podría denominarse lo políticamente correcto.
Los de Luis César ejercieron su papel de anfitrión y los madrileños, cautos, optaron por dejarles marcar el tempo del partido. En esta primera fase de tanteo, los blanquivioletas volvieron a hacer gala de gusto por el control del balón, armando las jugadas desde atrás y lanzando algunas acometidas que apenas lograron inquietar al meta Champagne.
Así fue hasta el minuto diez, cuando Naranjo y Rico dieron el primer susto a un Becerra que no se mostró demasiado entonado. Fue entonces cuando el Leganés se puso serio, desplegó todo su arsenal, y los nervios convirtieron al Pucela en el pagafantas de la fiesta.
Los madrileños pudieron abrir la lata en varias ocasiones, pero se encontraron con Guitián y Calero, muy seguros y bien plantados sobre el césped. Con todo, el Real Valladolid seguía alzando la voz, como para recordar que esa era su casa.
Gianniotas, eléctrico y desequilibrante, no tuvo sin embargo el acierto de otros días de cara al gol. Y eso que Champagane fue más aliado que rival. El guardameta parecía tener una apuesta secreta con su homólogo blanquivioleta, pues causó los mismos nervios en Butarque que el catalán en Zorrilla con sus actuaciones.
Una de ellas, al filo del descanso, estuvo muy cerca de romper la maldición del pagafantas. Champagne cometió un error de principiante al intentar salir con el balón jugado desde atrás pero el griego, en lugar de pasársela a Villalibre, optó por armar un disparo que se fue alto. La historia no suele ser generosa con los menos agraciados y la chica (casi) nunca se va con el ‘pringao’. Esta vez, por mucho que se esforzaran los de Luis César, no iba a ser diferente.
Tanta sed terminó en resaca
Pronto se encargó el Leganés de recordar que estaba dispuesto a beberse hasta el agua de los floreros. Apenas se habían disputado sesenta segundos tras la reanudación cuando Naranjo le cedió la pelota a Rico, que entraba desde atrás y que, con un potente disparo, envió el esférico al fondo de la red.
Pero si algo está demostrando este Real Valladolid es capacidad de reacción, por lo que pronto regresaron las tablas al marcador. Cinco minutos más tarde, Cotán cabeceó un balón botado por Sergio Marcos desde la derecha tras ejecutar una falta.
Lejos de volver a su cauce, las aguas siguieron bajando revueltas, y el aparente orden con el que se había desarrollado la primera mitad dio paso a un auténtico correcalles.
Ambos equipos querían más y se sucedieron las ocasiones, aunque con mayor peligro por parte de los de Luis César. Algo no debía de estar convenciendo al gallego que, a diez minutos del final del tiempo reglamentario, emuló a Pablo Laso y ejecutó un triple cambio. Villalibre, Hervías y Cotán se marcharon al banquillo, y en su lugar entraron Mata, Toni y Plano.
El Pucela seguía teniendo sed pero al final solo se llevó la resaca. Beauvue cazó un balón entre líneas y, perseguido por Nacho, se plantó en el balcón del área, desde donde batió a Becerra, que acertó el lado del disparo pero no consiguió hacerse con el esférico.
Todavía hubo tiempo para que Gianniotas empatara, pero la puntería tampoco le acompaño en la última del encuentro. Al final, el Pucela pagó las copas de un Leganés que, sin hacer demasiados méritos, se lleva una importante ventaja del José Zorrilla.