El Real Valladolid gana al Huesca con más claridad de la que indica el resultado y avanza a la siguiente eliminatoria de la Copa del Rey

Hay banquillo. Existía la sospecha bastante fundada de el Real Valladolid cuenta este curso con un buen fondo de armario, cerciorada con la victoria clara sobre el Huesca en la primera ronda de la Copa del Rey. Quizá sea porque apenas acaba de comenzar la temporada y todos se sienten útiles todavía, pero desde luego esa sensación quedó en El Alcoraz: Luis César tiene un buen coche.
Aquellos jugadores que hasta ahora habían disputado menos minutos en liga –que quizá aún no suplentes– tenían la oportunidad de decir «aquí estoy», y lo hicieron de forma estruendosa. Sobre todo en la primera media hora de cada mitad, cuando pasaron por encima de su rival. Si el triunfo no fue más abultado fue principalmente porque Villalibre no tuvo la suerte de cara, porque el equipo dominó y generó oportunidades como para dar carpetazo a la eliminatoria antes del arreón final rival.
En el arranque pareció que este Pucela se iba a sentir más cómodo en la transición, un arte que dominan futbolistas como los canteranos Anuar y Toni, ambos titulares, u otros como Cotán o Plano. Pero nada más lejos; aunque sí, aunque disfrutó corriendo con espacios, el Real Valladolid fue paciente con balón y lo mimó tanto que hizo disfrutar al aficionado que veía desde casa.
Desde bien pronto empezó a llevar peligro a la puerta de Bardají, gracias a las acciones por bandas de Toni y Óscar Plano y a los buenos movimientos en punta de Villalibre. El atacante vizcaíno se topó dos veces con el guardameta guipuzcoano y, a la tercera, se la dio a Plano para que fuera él quien pusiera el cero a uno en el marcador, en una jugada nacida de una recuperación del murciano en el costado derecho.
Los blanquivioletas se crecieron y continuaron mandando mientras buscaban el segundo, que rozaron Plano y Villalibre tras sendos pases peligrosos de Anuar y otro dañino, entre líneas, de Toni. Y así, aunque en los minutos finales del primer periodo el Huesca maquilló un poco su actuación, al descanso se llegó con un resultado injusto, pues lo suyo hubiera sido que fuera más amplio.
El entretiempo nada cambió, o bueno, sí, el acierto del nueve atípico por su dorsal. Villalibre, que lleva el dos a la espalda como el Toquero de las mejores épocas, recibió en el corazón del área un pase del omnipresente Toni e hizo el cero a dos con una buena definición a la derecha de Bardají. Pero no se conformó: intentó ver puerta otra vez pero, como antes, el cancerbero rival estuvo más acertado que él en su particular pugna.
El monólogo blanquivioleta continuó, aunque quizá a un menor ritmo. Como demostró en el 68′ la finalización del vasco, precedida de una larga jugada, los vallisoletanos intentaban controlar el encuentro sin que se les desmadrara en exceso. Todo lo contrario a lo que deseaban los oscenses, pues el conjunto de Rubi trató de meterse en la eliminatoria buscando a Rescaldani con envíos directos, o cuanto menos verticales.
El argentino, que había obligado a Becerra a hacer una gran parada abajo en la primera mitad, llegó a marcar gol, aunque fue invalidado por un fuera de juego claro cuando ‘Cucho’ Hernández disparó. Fue, por razones evidentes, la acción más peligrosa de un Huesca que intentó así discutir la superioridad de un Real Valladolid que en los diez últimos minutos no se arredró y aceptó el intercambio de golpes, queriendo el tercero.
A lo mejor en esos momentos pecó, debiendo contener el brío rival y guardarse el suyo para otro día, aunque incluso eso habla bien del equipo: nunca hubo conformismo y sí siempre hambre. Igual que sonrió la hinchada en Valladolid, por ello, debió hacerlo Sampedro siquiera para dentro. Su banquillo se regaló otra ronda y lo hizo siendo mucho mejor que el rival, dando signos de que, en caso de duda, ahí están los menos utilizados hasta ahora; y al fin y al cabo, la mejor noticia de la eliminatoria es esa, la competitividad mostrada.