El extremo onubense, que pasó de héroe a villano en sus dos años en el Real Valladolid, no volverá a la que fue su casa por culpa de una lesión que le tendrá un mes de baja

Érase una vez un dos de julio del año 2015 cuando el Real Valladolid anunció el fichaje de Juan Villar, el primero para la temporada. El conjunto pucelano acaba de dar por finalizada la campaña tras caer eliminado ante la UD Las Palmas en el play-off de ascenso y debía una vez más volver a reinventarse confeccionando una plantilla que pudiera luchar por copar los puestos más altos de la Segunda División.
Con la llegada de Villar el club decía las siguientes palabras de su flamante nuevo jugador: «Será uno de los encargados de llevar el peso ofensivo del nuevo proyecto del Real Valladolid». Ciertamente esta descripción no estaba muy desencaminada, pero el onubense era por aquellos entonces un completo desconocido a pesar de haber sido uno de los hombres más importantes en el Cádiz, con cuarenta dianas en los cien partidos que disputó con la elástica gaditana.
Como muchas historias, la de Juan Villar y el Pucela comenzó de manera inmejorable. ‘El Duende de Aroche’ se metió a la grada del José Zorrilla rápidamente en el bolsillo gracias a su garra, desparpajo y olfato goleador. De una temporada en la que no había mucho que remarcar, en la que el equipo estuvo más cerca de descender que de los puestos de promoción, Villar fue la luz al final de un túnel muy oscuro.
Los quince tantos anotados en su primera campaña como blanquivioleta le convirtieron en un ídolo de la afición, mucho más cuando se consiguió su continuidad en el equipo a pesar de haber tenido ofertas de equipos de Primera División. Con Juan Villar, como referencia ofensiva, y Paco Herrera como entrenador, la ilusión por hacer una gran temporada y luchar por el ascenso.
La historia de amor fue poco a poco tornándose en una de desamor. Villar comenzó la temporada lesionado y el Real Valladolid no encontraba la referencia ofensiva que necesitaba a pesar de que Jose, poco a poco, se consolidaba como nuevo ídolo de la grada de Zorrilla. Con su vuelta a los terrenos de juego, el Pucela recuperó el gol perdido y al jugador del que había disfrutado durante toda la temporada pasada.
Todo un lujo para un equipo que según decía Herrera, debía luchar por acabar entre los seis primeros. Pero cuando todo parecía volver a normalidad, llegó el fatídico mercado invernal, que acabaría siendo determinante para la ruptura entre Villar y la afición. A pesar de los discretos números del extremo, seguía siendo visto como una buena incorporación entre algunos equipos de Primera.
El Leganés pujó fuerte, pero Braulio y el club impidieron su marcha al conjunto pepinero. A partir de ahí comenzó un calvario que se agravó en el Sánchez Pizjuán. En una reciente entrevista a El Día, Villar recordaba cómo fue aquel mercado invernal: «En diciembre del año pasado tuve la posibilidad de fichar por un club de Primera, pero no llegamos a un acuerdo con el Valladolid. A partir de ahí, la temporada se torció un poco, fue difícil en muchos aspectos y no se volvió a interesar en mí un equipo de la máxima categoría. Pero apareció el Tenerife, junto a otros equipos de Segunda».
La grada de Zorrilla mostró en reiteradas ocasiones su descontento con Villar y el partido ante el Sevilla Atlético significo la ruptura definitiva de la relación entre jugador y afición. En apenas un año la situación pasó casi de la noche a la mañana del amor al odio. La familia del extremo, presente en aquel encuentro entre sevillanos y pucelanos, criticó a la afición pucelana y al entrenador, algo que ante la goleada no sentó nada bien entre los seguidores, que en el partido siguiente lo pagaron con pitos hacia el jugador.
Era casi la estocada final, pero el golpe de gracia llegó con la filtración de su fichaje por el CD Tenerife para la presente temporada, lo que hizo que toda la ira de la afición recayera sobre su persona a pesar de que un gol suyo permitiera al Real Valladolid soñar con clasificarse para la promoción a Primera División. Así acabó la temporada, con el divorcio entre Villar y la grada.
Sin la filtración sobre su marcha tal vez pudo haber abandonado el club blanquivioleta de otra manera, pero todo lo que pudo salir mal, salió y tuvo que marcharse abucheado, sin sentirse querido y muy cuestionado por su comportamiento.
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«Cuando no te quieren, está claro que es el momento de salir. Cuando no estás a gusto y no te valoran como crees que te tendrían que valorar y se dicen cosas que no se ajustan a lo que has demostrado en el campo, es el momento de salir. Eso es lo que pasó. Lo que opine la gente no me importa nada. Se dijeron cosas muy feas y me fui triste de allí, porque me hubiera gustado salir de otra manera. Son cosas que pasan en el fútbol y hay que convivir con ella», comenta el jugador en la entrevista a El Día.
El Tenerife visita este domingo Zorrilla y Villar iba a estar en el centro de la polémica. Seguramente hubiera sido pitado, pero finalmente el jugador no tendrá que soportar eso al sufrir una microrrotura que le tendrá apartado de los terrenos de juego aproximadamente cuatro semanas.
El Tenerife visita este domingo Zorrilla y Villar iba a estar en el centro de la polémica. Segurmante hubiera sido pitado, pero finalmente el jugador no tendrá que soportar eso al sufrir una microrrotura que le tendrá apartado de los terrenos de juego aproximadamente cuatro semanas.
Y aunque haya sido muy cuestionado, no se puede negar que dentro del campo ha demostrado ser un gran jugador al que la cabeza en ciertos momentos le jugó malas pasadas y le impidió triunfar en el Real Valladolid, el club que le permitió dar el salto a Segunda División.