Centenares de aficionados blanquivioletas disfrutaron de unos minutos de fútbol en Zorrilla el sábado por la mañana gracias a Mahou

En ocasiones, lo más importante no es el qué ni el cómo, sino el dónde. El partido de las estrellas de Mahou, celebrado el sábado por la mañana en el José Zorrilla, o sea, en ‘nuestra’ casa, fue un ejemplo de ello. Cualquiera de las cerca de trescientas personas que participaron en el evento corroboraría esta afirmación, ya que, también para los integrantes de esta web, el poder pisar el césped del ‘Estadio de la Pulmonía’ vestido de corto es todo un sueño, ya cumplido.
Servidor departía con Óscar González, redactor de este portal, cómo en la bocana de vestuarios, y sin saber por qué, los nervios se apoderaban de uno. De forma difícilmente explicable, estos desaparecieron según comenzó el “Banderas blancas y violetas…” y, a continuación, el speaker pronunciaba tu nombre por megafonía.
No somos futbolistas porque es imposible serlo con nuestros nombres. Cierto es que el nombre de Jose tampoco tiene un gancho comercial exagerado, pero llamándote Jesús Antonio Zalama o Juan Tomás Postigo, si sales delante de una cámara será bien porque te inventas una sección como ‘El Rincón Blanquivioleta’ o bien porque protagonizas un serial de telenovela en la televisión pública venezolana.
Los partidos fueron, en realidad, una broma. Más si en el mismo te enfrentas a humoristas como el ‘Chavo’ o Quique Matilla; solo así se puede explicar la cantada de Víctor Álvarez, alias ‘Popi’, en el gol de un Mario Miguel, jefe de prensa del Real Valladolid, que perjuraba no haber rematado con la mano (y no lo hizo).
El buen ambiente imperaba en el evento, incluso en la interacción entre jugadores y speaker cuando este se mofaba de ellos. El ejemplo más claro lo encontramos en nuestro amigo Alberto Cuesta, hombre de fútbol sala, que, evidentemente, no está hecho a las porterías de fútbol 7. Tras desperdiciar una falta en la frontal del área, el propio speaker dijo que había que recordar que “las dimensiones de las porterías no son las del fútbol 11”.
Por suerte para la honra blanquivioleta, Cuesta estuvo asistido en su partido por la doble S, que no por las SS, Sergio Sanz y Sergio Borja. Ellos fueron los primeros ‘Blanquivioletas’ en entrar en liza, ya que el resto lo haría más tarde contra ese equipo de cómicos o estrellas de la TV como Peña; sí, el de Top Chef.
Juan Galván, el último que nos faltaba por mencionar, no creía en la posibilidad de que jugase contra él, contra nosotros, el que de verdad lo haría, de hacerlo, en su casa. La casualidad quiso que Blanquivioletas se enfrentara a Carlos Suárez Sureda, y el máximo mandatario blanquivioleta aceptó el reto. Tras unos inicios dubitativos jugando en defensa en los que mandó al suelo como un muñeco a Óscar González (vaya juego con los nombrecitos), Suárez tuvo que acudir a la portería en auxilio de un compañero lesionado y comenzó un recital de paradas, sobre todo con los pies, que quizás fuera la mejor actuación de un portero blanquivioleta en ese estadio en todo el año.
Tras el partido, las risas adecuadas y el buen ambiente con una Mahou en la mano. Juan Postigo, nuestro subdirector, a quien se le vio más diestro en el tercer tiempo que rematando solo dentro del área, quiso despejar una duda sobre su propia existencia que le devoraba por dentro. Se dirigió a Carlos Suárez para hacerle una pregunta que todos los que conocemos a los dos nos hacemos, dado su evidente parecido: “¿Eres tú mi papá?”.