El nuevo técnico del Real Valladolid es un hombre que toma las decisiones «con la cabeza fría, sin tener en cuenta la presión del momento» y que apuesta por seguir formándose «día a día»

Si uno busca en Internet el nombre de Luis César Sampedro, quien desde este viernes es el nuevo entrenador del Real Valladolid, encontrará infinidad de referencias a su trayectoria profesional. Sin embargo, en pocas se menciona algo que es, al menos, tan importante como su currículum: su carácter.
Desde que se sentó por primera vez en el banquillo del Racing de Ferrol, el gallego ha demostrado que no se equivocó cuando decidió colgar los guantes y coger la pizarra. Pero, ¿cómo es realmente el técnico blanquivioleta?
En su página web, Sampedro se define como un hombre permeable, que se adapta a los equipos que dirige, y que toma las decisiones «con la cabeza fría, sin tener en cuenta la presión del momento y del entorno». Una cualidad más que indispensable para un entrenador, siempre en la cuerda floja.
El gallego es metódico y exigente en el día a día; siempre buscando cualquier posibilidad, por mínima que sea, de poder mejorar. «Aprovecho las tecnologías para saber en qué pueden mejorar mis jugadores y detectar las debilidades de los rivales».
Una exigencia que no solo se traduce sobre el terreno de juego, sino que comienza por él mismo. «Me sigo formando día a día porque el fútbol es efímero y los éxitos se diluyen en poco tiempo», asegura Sampedro. Una ‘obsesión’ por progresar que él mismo reconoció en una entrevista meses antes de ascender con el Nàstic a Primera, en la que subrayó que «un técnico no tiene que ser mediático, tiene que ganar partidos».
Tampoco es un entrenador resultadista y, como demostró en el Lugo al sentar al capitán Manu, no se casa con nadie: «No me dejo llevar por el resultado. Puedo perder y felicitar a mis jugadores, igual que puedo entrar en el vestuario y montar una bronca increíble después de un triunfo».
Pero si hay un aspecto al que el técnico le da gran importancia, ese es el trabajo en equipo. «Busco que el equipo se convierta en un ecosistema en el que todos podamos crecer. Trabajo codo con codo junto a mi equipo para vencer o, como mínimo, que no te venzan«.
Asimismo, Sampedro es consciente del importante papel que juega la mente dentro del terreno de juego. «Nunca puede darse un verdadero progreso sin el reconocimiento de los obstáculos internos que los futbolistas se ponen a sí mismos. Siempre hay que dedicarle tiempo a la autoestima, la autoconfianza, la creatividad y el compromiso».
El nuevo técnico del Real Valladolid es, en definitiva, un hombre exigente, metódico y muy análitico; que no sacrifica el bien colectivo en pos de un determinado jugador y que trabaja cada día por mejorar en todos los aspectos. Su filosofía es clara: «No se puede ganar un partido con esa mochila emocional, cargada de elementos tóxicos, que convierten a un individuo en un hombre a la deriva«.