Miguel Ángel Gómez, nuevo responsable máximo de la parcela deportiva del Real Valladolid, fue en los últimos años uno de los principales colaboradores de Monchi en el Sevilla
Foto: Estadio Deportivo
No son pocas las veces en las que cada día la vida desmiente al tango. Que veinte años no es nada cantaba Gardel, aunque seguramente para muchos será toda una vida. Al menos toda la deportiva había dedicado Miguel Ángel Gómez, oficializado como nuevo responsable máximo de la parcela deportiva del Real Valladolid, al que hasta ahora ha sido su club, el Sevilla FC.
Psicólogo de profesión, y desde muy pronto también formado como entrenador, llegó en 1997 a la entidad hispalense, la que abandona ahora por primera vez. Y a la vez que ejercía su profesión dentro de la estructura de Nervión, fue ascendiendo en su labor como técnico y llegó a dirigir al Sevilla C y al Juvenil División de Honor en 2009 y 2010, año en el que se pasó a los despachos.
Fue reclamado por Monchi, ‘El León de San Fernando’, con quien colaboró estrechamente desde aquel mes de junio. Dicen en la ciudad hispalense que se convirtió en su mano izquierda –Óscar Arias, el sustituto de Ramón Rodríguez, era la derecha–, lo que vendría a ser de algún modo cola de león si se tiene en cuenta que en Pucela su labor será la de cabeza de ratón. Es de suponer que por eso, por ser cabeza visible, entre otras muchas cosas, habrá aceptado el reto ofrecido por el Real Valladolid.
El juego de palabras habitual en el ideario castellano sirve para definir el gran cambio que vivirá con su salida de su zona de confort. Respetado y profundamente valorado en el Sánchez Pizjuán, en Valladolid no contará con el músculo y la estructura con la que podría haber seguido trabajando en Sevilla. Si bien la intención –ya plasmada– de Carlos Suárez es dotarle de un equipo de cercanos colaboradores, no hay que obviar que las estrecheces económicas seguirán presentes y que, pese a la red que su alrededor se pueda tejer, desde hace años su nuevo club carece de un entramado fuerte realmente.
Sobre este particular, el presidente reconoció en su última rueda de prensa del curso que ese deseo de reforzar el área técnica radica en que cree que es «lo mejor» para obtener «frutos a largo plazo» y algo que, dijo, ya se pensaba hacer «con la estructura anterior», un tanto escasa desde el inicio de su estadía con la sola presencia de tres empleados a tiempo completo y mermada tras la primera salida, de Domingo Catoira.
Con todo, dichas carencias pasadas no son óbice del éxito, como tampoco fue garantía para su predecesor contar con esos dos ayudantes fieles y con un mayor bagaje como líder. Los caprichos de la pelota determinan siempre la consideración o no del acierto, si bien tiene capacidad para acercarse a este, como recordó el propio Monchi a su salida de Nervión.
«Es el que maneja más información, tiene más capacidad de trabajo, más inteligencia emocional», dijo sobre Gómez a quien, sin ir más lejos, se le atribuye la confección del Sevilla Atlético de la campaña ya pasada, en la que terminó decimotercero pero, sobre todo, dejó unas sensaciones brillantes, como las vistas en los dos duelos ante el Valladolid.
Ser el máximo responsable de lo que pase en el césped de Zorrilla y allí donde el Pucela compita conllevará un peso importante, el de la historia de quien cumple noventa años, aunque sus antecedentes indican que está preparado. Solo así se puede considerar a quien ha desarrollado tan diferentes labores en un club de tanto éxito como es el Sevilla.
Aunque acostumbrado al trabajo en equipo y al uso de las últimas herramientas de scouting y análisis, el poder de la última decisión recaerá ahora sobre él. Y no debe fallar, siquiera en el intento de asentar los mimbres que terminen por devolver al Real Valladolid a esa Primera hoy lejana pero siempre anhelada.