Pese a que el Pucela jugó con un futbolista más durante casi una hora, un despropósito en la última jugada del partido echó por tierra la posibilidad de victoria
Ambos equipos se jugaban muchísimo en Miranda y ninguno fue capaz de mantener la cabeza fría durante los 90 minutos. Una final por dos objetivos opuestos y que encararon con dos actitudes muy distintas.
Mientras los blanquivioletas se centraban más en el esférico, los futbolistas rojillos cayeron en las provocaciones propias del juego y, fruto de ello, se vieron en inferioridad numérica durante más de una hora por la expulsión de Roberto, portero local.
Tan diferente era el objetivo como lo son ambas plantillas. Mientras que el Pucela buscó desde el minuto uno jugar un buen fútbol canalizado por Michel, José, Espinoza y De Tomás, el Mirandés lo intentaba con más fuerza, voluntad y pasión que con fútbol.
El Real Valladolid tuvo uno de los mejores comienzos de la temporada. Enchufado y bien plantando desde el inicio, fue un huracán en los primeros quince minutos. Los de Paco Herrera salieron dominando con José y Espinoza causando estragos en la zaga rival y con un Raúl de Tomás muy activo en todo el frente de ataque.
Precisamente los tres delanteros del Real Valladolid fueron los artífices de los dos tantos blanquivioletas. En el minuto 14, cuando el dominio aún era apabullante por parte del Real Valladolid, una gran combinación colectiva terminó llegando a la banda derecha.
Espinoza ganó la línea de fondo y puso un centro raso que superó a Raúl de Tomás, pero no a José, que partiendo desde el lado izquierdo del área apareció en el punto de penalti para rematar a placer a la red.
El Mirandés intentó entonces despertar. Se quitó de encima la presión del Pucela y llegó a disponer de una buena ocasión a disparo de Eguaras, que fue desbaratada por una gran respuesta de Becerra. El Mirandés ya avisaba que no renunciarían tan fácilmente a luchar por estar un año más en Segunda.
La reacción local, sin embargo, se fue apagando hasta que el partido explotó. En el minuto 35, una gran recuperación de Michel en el centro del campo y un perfecto pase al hueco posterior del mismo 21 dejó a De Tomás solo contra el portero al que intentó recortar, pero cayó.
Penalti –muy discutido- y amarilla para Roberto que, apenas treinta segundos después vio la segunda amarilla tras protestar de malas maneras al colegiado y patear el balón al cielo de Miranda. De Tomás disparó al centro de la portería y, el nuevo cancerbero local, Sergio Pérez, se venció a su derecha. Gol.
El partido se ponía más de cara que nunca. Dos goles de ventaja, un hombre más en el verde y sobre todo, la sensación de que el Real Valladolid estaba siendo superior. Así se llegó al descanso, con el encuentro a falta de una última estocada blanquivioleta para dar carpetazo al partido. O eso parecía.
El intermedio no sentó nada bien a los visitantes que en la segunda parte fueron una caricatura de lo que habían mostrado en la primera. Alfaro reconstruyó a su equipo, sustituyendo a Álex García por Maikel Mesa. El Mirandés mejoró… E Igor Lichnovsky ayudó. Diez minutos después del comienzo de la segunda mitad, el central chileno cometió un penalti absurdo al intentar despejar. Eguaras no falló desde el punto fatídico.
Y a partir de ahí el partido fue completamente distinto. El Mirandés, que jugaba con diez, olía la sangre blanquivioleta y comenzó a dominar el partido. El Real Valladolid, agazapado atrás, defendía sin demasiados problemas, pero no era capaz de generar ningún peligro pese a la superioridad.
El partido se empezó a torcer y Herrera movió el banquillo. Raúl de Tomás se marchó por un Mata que solo aguantó quince minutos en el césped antes de ser sustituido por Álex López y Espinoza dejó su sitio a un Villar que hace tiempo que no está en Valladolid.
Los nervios, que ya eran latentes en el primer tiempo, estaban cada vez más a flor de piel y fruto de ellos se produjeron algunos atisbos de tangana que terminaron con varias amarillas y la expulsión de Pablo Alfaro.
Con todo, el Real Valladolid llegó al final del partido algo mejor que el Mirandés que, tras cerca de una hora con un hombre menos empezaba a notar el bajón físico. Álex López, bastante activo en los minutos que estuvo sobre el verde, y Villar –a puerta vacía- tuvieron sendas ocasiones para cerrar el partido pero, o bien no atinaron, o bien Sergio Pérez salvó a su equipo.
Y es que a este Real Valladolid parece que le da miedo conseguir tres victorias seguidas y la presión le pudo. Ya en el tiempo de descuento, un centro sin aparente peligro desde la banda izquierda terminó en gol en propia puerta tras una falta de entendimiento entre Álex Pérez y Becerra, y un traicionero rebote en el cuerpo de Luciano Balbi que no pudo ver la pelota.
Un despropósito que hizo al Real Valladolid perder dos puntos, pero que, no obstante, sirven para entrar en puestos de promoción y mantener la esperanza una jornada más.