Los delanteros blanquivioletas sobresalen en un escenario colectivo de anarquía y descontrol

La presión recaía sobre el Real Valladolid, acusada por la victoria del Getafe y por el entorno en el que tenía que volver a ganar: su casa. Herrera tenía que conformar un once que agregara el equilibrio que, entre otros factores, ha añorado en los puntos perdidos las últimas jornadas.
La principal novedad del once fue la de Guitián como mediocentro central en lugar de Leão; también, el tridente ofensivo: José (por Villar a última hora), De Tomás (después de varios partidos defenestrado) y un Mata que está mejorando sus prestaciones.
El encuentro fue extraño. Plano, por momentos loco, rápido e incluso anárquico. Sin dominante claro en el cómputo global, con ocasiones claras para ambos conjuntos, pero con un denominador común que pudo marcar el triunfo blanquivioleta: la manera en la que comenzó las dos mitades.
En la primera, implantó una presión alta que evitó que los blanquiverdes trazaran fútbol con comodidad. Al recuperar el balón, una de las características del Valladolid afloró: desechó pausar el ataque y trató de exprimir las cualidades al contragolpe de sus tres delanteros.
De ese modo, la gran mayoría de maniobras en plano ofensivo discurrieron en banda derecha, donde José dañaba una mal defendida banda de Bergdich. El talaverano insistió en varias ocasiones por dicho flanco hasta que logró el gol.
Uno de los posibles errores del conjunto andaluz fue el de no corregir a tiempo ese déficit defensivo en la transición ataque-defensa, aunque, por otro lado, reaccionó a la desventaja en el marcador y llegó con más claridad al área de Becerra. El meta pucelano fue el protagonista de los últimos 20’ del primer acto, desbaratando las opciones de un Córdoba que leyó la fragilidad posicional que por momentos mostraba el Real Valladolid.
El inicio del segundo tiempo recordó al primero. El Pucela acumuló varias ocasiones, obra de un activo De Tomás, antes de que los pucelanos volviera a sufrir el mismo descenso de rendimiento que en los anteriores 45’.
Carrión, entonces, decidió retirar el terreno de juego a Bergdich, retrasando a Galán a su posición, por Alfaro. El cambio ayudó a fortalecer los ciclos ofensivos del Córdoba. En respuesta, Herrera reforzó la banda izquierda quitando a José por Ángel.
El gol de Mata en el 70’, tras aprovechar en presión alta un error en salida de Edu Ramos, pareció dar tranquilidad a los blanquivioletas. Sin embargo, la tranquilidad se transformó en una suerte de estado de relajación sobre el que los califales crecieron, reduciendo distancias tras el tanto de Alfaro, y sembrando inestabilidad hasta el final del choque.
El Valladolid, no en vano, supo llegar en todas las fases del encuentro al área rival. Gozó de oportunidades de gol, en un escenario de errores colectivos de ambos equipos, sobre todo en elaboración de juego. Y su efectividad le valió para recobrar la confianza en el Nuevo José Zorrilla, donde lo único que estaba construyendo eran los peldaños para alejarse del objetivo de la promoción.