El conjunto madrileño remonta y se lleva los tres puntos en un partido que deja a las rojiblancas virtualmente descendidas
Hay días en los que uno tiene puestas muchas esperanzas. Se levanta incluso antes de que suene el despertador, inquieto, y a la vez risueño. Con cierto gusanillo en el estómago que el desayuno no mata. Y algo cantarín: «Hoy puede ser un gran día, plantéatelo así; aprovecharlo o que pase de largo, depende en parte de ti». Pero luego no. Luego acabas mandando a la mierda a Serrat, a Sabina y al dios que los fundó. Triste, enfadado, incluso. Y con más ganas de maldecir abril que preguntar quién te lo ha robado.
Hay días, como este domingo, que uno empieza con ganas. Mira al cielo y el sol acompaña. Manda un mensaje y le devuelven una sonrisa y una inquietud compartida. Comienza el partido y, como casi siempre, en los primeros minutos llega el gol; ese bendito gol. Luego llegan los otros, con ellos la remontada, la desesperación, y a la postre, solo la rabia y el lamento, la negación y algo que es casi autoengaño: aún se puede. Sí, pero a qué precio.
Al San Pío X se le fueron prácticamente todas las opciones de salvarse con su derrota ante el Pozuelo, en un partido feo a la par que competido, en el que las madrileñas fueron superiores y merecieron llevarse el botín, tan preciado que puede valer una permanencia. Hicieron valer su mejor gestión de la ansiedad y su veteranía ante un conjunto, el rojiblanco, que, aunque hambriento, estuvo mucho tiempo desorientado.
No se puede decir que esta vez se las prometiera muy felices por mucho que Laura pusiera el uno a cero a los doce minutos. Hasta entonces todo fueron nervios. Después, tan solo hubo un pequeño tramo de ni siquiera un cuarto de hora en el que las vallisoletanas llevaron la manija. Buscaban ser fuertes en campo rival, y lo hicieron en cierta medida, pero con el paso del tiempo las visitantes se hicieron dominadoras del encuentro.
Por suerte para las locales esto no se tradujo en ocasiones. Cada vez era mayor la presencia verde en terreno enemigo, pero la falta de claridad a la hora de dar el último pase se destapaba como clave para que el San Pío se mantuviera por delante. Incluso pudo llegar el dos a cero, o hasta debió hacerlo, toda vez que Laura se encontró siempre en posición ventajosa ante su par aunque no siempre el esférico le llegase limpio.
Si en el gol Mónica Padilla había dado con Sandra para que esta abriera a Laura, luego la misma centrocampista dispuso de una falta directa ante la cual respondió bien Noe. En otra buena jugada, también antes del descanso, volvió a dibujar una línea de pase que dejaba a la propia Sandra sola ante la cancerbera, pero la punta, poco activa en general, tiró al muñeco.
El silbatazo que ponía fin a los primeros 45 minutos dejaba la sensación de que las ocasiones habían sido de las locales pero el mando principalmente de las visitantes. Y a la vuelta de vestuarios, estas salieron con más brío si cabe, lo que les permitió remontar. En solo cinco minutos el Pozuelo dio la vuelta al marcador con sendos envíos sobre el costado izquierdo, a la espalda de la defensa. En el primero, obra de Carla, Noe intentó frenar el empuje con todo, sin éxito. El segundo, de Fuen, fue muy discutido por posible fuera de juego, y muy franco en cuanto a la claridad sobre la meta rojiblanca.
El partido prácticamente acabó ahí, ya que las madrileñas, más experimentadas, mantuvieron a raya a las vallisoletanas, que ya de por sí se vinieron abajo. Cualquier atisbo de reacción acababa con una interrupción, ya fuera fruto de la intensidad rival o bien porque las de Martín Olmedo no dieron una a derechas. Y para colmo de males la lesión de Nerea Fidalgo fue otro jarro de agua fría.
Foto: Jesús Domínguez
Viendo que acciones como la que derivó en esta lesión no recibían el merecido y justo castigo en forma de amonestación por parte del colegiado, las capitalinas no bajaron el pistón. Sin llegar a hacer un juego sucio, sí que fueron a cada balón como si la vida les fuera en ello, algo que probablemente era así. Mientras tanto, el San Pío no acababa de encontrarse el pulso, como si se supiera muerto, cuando quedaba todavía tiempo.
El reloj lo fue consumiendo de manera irremediable sin opción siquiera para el empate. Al contrario: su mayor concentración permitió al Pozuelo estar cerca del tercero, en las botas de Tami, mientras que las del barrio de Girón eran poco menos que el fantasma de un maratoniano, puesto que si bien nunca dejaron de correr, nunca lo hicieron bien ni encontraron el camino a la puerta rival ni tan siquiera de forma aislada.
El final del partido trajo las lágrimas y las cabezas bajas de unas y el festejo de las otras. Porque con esta victoria el Pozuelo prácticamente se salva. Y porque con esta derrota el San Pío dice adiós al último tren de la permanencia. Con veintidós puntos y seis por jugarse solo el milagro de que el Vallecas sume un máximo de un punto de nueve y el ganar al Parquesol le permitiría quedarse un año más en Segunda. Harto difícil.
San Pío X: Lucía; Peke (Nere, min. 61), Lore (Sofía, min. 93), Noe, Sara (Paula, min. 67); Cris Franco; Laura, Mónica Padilla, Nerea Fidalgo (Mamen, min. 72), Raquel; y Sandra.
Pozuelo: Noe; Ester, Estefi, Petu, Laura Fernández; Patri, Andrea, Wilson (Laura Muñoz, min. 90), Carla (Ampi, min. 67); Tami y Fuen.
Goles: 1-0, min. 12: Laura. 1-1, min. 48: Carla. 1-2, min. 51: Fuen.
Árbitro: Daniel Reinoso Mangas, asistido en las bandas por Javier Gutiérrez Garrote y Ricardo López Lavín. Amonestó a la local Nerea Fidalgo y a la visitante Fuen.