El conjunto maño, ahora dirigido por el que fuera cancerbero blanquillo, solo acumula tres victorias en los últimos doce encuentros. La última, a domicilio ante el Elche, fue por un contundente 0-3 en el debut del técnico

Un choque de trayectorias irregulares. Bien podía ser esa la definición de lo que le espera al Real Valladolid en La Romareda este domingo a las 20:30 horas. Su rival, el Zaragoza, tampoco está pasando una temporada tranquila que se diga; más bien, todo lo contrario: las aguas del Ebro bajan movidas a su paso por la ciudad aragonesa.
Es cierto que, a priori, el conjunto maño llega al partido con un pequeño margen de ventaja. No tanto por jugar en casa, que también, sino porque llega tras haber goleado al Elche (0-3) a domicilio. Fue el estreno de César Láinez en el banquillo del Real Zaragoza, el tercer entrenador que ocupa este puesto en lo que va de curso. Un partido en el que los aragoneses demostraron su mejor pegada, ya que el resultado final había subido al marcador antes del descanso.
Los aragoneses vienen, por lo tanto, con la moral alta después de haber sumado los tres puntos en suelo ilicitano. No obstante, el año está trayendo muchos sinsabores a la afición del Zaragoza. Un equipo que a principio de temporada estaba llamado a ocupar los puestos altos de la tabla, pero que con el paso de las jornadas se ha ido diluyendo hasta caer a la decimocuarta posición.
Si uno echa mano de los números del conjunto maño puede descubrir dónde está el quid de la cuestión. De los últimos doce encuentros, el Zaragoza solo ha sido capaz de sumar once puntos de treinta y seis que había en juego. Un bagaje demasiado pobre –tres victorias, dos empates y siete derrotas– para un equipo cuyo objetivo solo pasa por el ascenso.
No obstante, y a diferencia de lo que pueda parecer, el punto flaco de los de Laínez no es su faceta ofensiva. De hecho, ha sido lo único positivo que los maños pueden sacar de esta última docena de partidos. Catorce tantos a favor, por dieciséis en contra, demuestran que el Zaragoza es capaz de hacer goles a pesar de las adversidades.
A pesar de este acierto de cara al gol, los aragoneses se han pasado todo el mes de enero sin conocer la victoria, con un balance de tres derrotas ante Girona, Tenerife y UCAM Murcia y un empate con el Lugo. Una muestra más de lo que está siendo una temporada con mas bajos que altos, similar a la situación que vive el propio Real Valladolid.
Tres inquilinos distintos en el banquillo

Pero la inestabilidad no solo está circunscrita al terreno de juego. Sin irse muy lejos, el banquillo ha sido el epicentro del terremoto que sufre el Zaragoza esta temporada. Laínez, actual entrenador maño, llegó a orillas del Ebro tras la destitución de Agné. Aunque este no fue el primero en comandar la nave aragonesa, pues Luis Milla fue el escogido para comenzar el curso al frente del equipo blanquillo.
Fue precisamente tras el empate en el José Zorrilla (0-0) cuando la directiva decidió prescindir de sus servicios. Milla había comenzado con paso firme la temporada, pero llegó a encadenar seis jornadas sin conocer la victoria. Una tesitura que tenía al Zaragoza relegado al decimocuarto puesto, misma posición que ocupa actualmente, y que colmó la paciencia de directivos y aficionados.
El elegido para buscar la reacción que llevase de nuevo a los maños a ocupar las posiciones nobles de la tabla fue Agné. Sin embargo, el remedio terminó siendo peor que la enfermedad y el maño terminó por echar más leña al fuego. Seis victorias en diecinueve encuentros fue el pobre balance logrado por Agné, que ocupó el banquillo del Zaragoza hasta la derrota de los maños ante el Sevilla Atlético.
Laínez ha sido el último inquilino de una silla demasiado caliente para sus predecesores. Aunque ha empezado dando un golpe sobre la mesa, lo cierto es que el ahora técnico del Zaragoza no tiene las cosas demasiado fáciles. Con apenas once jornadas por delante, el exguardameta debe conseguir que su equipo sume cincuenta puntos antes de pensar en meterle en puestos de play-off de ascenso.
Su tarea se antoja, por lo tanto, complicada. No solo por la presión que supone tener el calendario jugando en contra, sino porque parece que el equipo no da muestras contundentes de querer revertir la situación. No obstante, la clasificación tan apretada puede ponerse de su lado. Eso bien lo sabe el Real Valladolid, que será el encargado de confirmar si el ‘Efecto Láinez’ es real o solo flor de un día.