Villar, que merced a sus dos tantos dio la victoria al Real Valladolid ante la AD Alcorcón, ha reaparecido por enésima vez en una temporada irregular
Corría el año 1892 cuando los hermanos Grimm, autores de cuentos infantiles tan célebres como ‘La bella durmiente’, publicaron la historia de Juan sin miedo. Un muchacho que no se asustaba por nada y que, intrépido, decidió salir a la búsqueda de alguna experiencia que le hiciese sentir terror de verdad. Como en todo cuento infantil, no puede faltar la princesa, con la que nuestro peculiar héroe se casa tras demostrar al rey que, efectivamente, no había nada que le hiciese perder el control de la situación.
Quien escribe estas líneas no puede asegurar si al protagonista de las mismas le tiemblan o no las piernas; pero, en caso de ser afirmativo, lo disimula muy bien. Juan Villar, que en Alcorcón cumplió a la perfección el rol que de él se espera, bien podría asemejarse con ese hombrecillo intrépido de la historia de los hermanos Grimm.
Y es que el delantero del Real Valladolid ha reaparecido, por enésima vez durante este curso, en el momento clave de la temporada. Sus dos tantos en Santo Domingo, que a la postre se tradujeron en tres puntos esenciales para los blanquivioletas, confirman que tanto él como el equipo son capaces de dar la vuelta a las situaciones adversas. Y eso, con la recta final a la vuelta de la esquina, es la mejor de las noticias.
La 2016/17, una temporada llena de altibajos

En su segunda temporada luciendo la elástica del Real Valladolid, es evidente que Juan Villar ha perdido peso, dejando de ser tan indiscutible como lo fue en su primer año. La competencia que suponen los fichajes de Raúl de Tomás y Mata, unidos al nivel mostrado por José, ha puesto las cosas muy difíciles para ‘El Duende de Aroche’. Para muestra, un botón: sus primeros minutos fueron ante el UCAM Murcia, en la jornada cinco, mientras que su primera titularidad no llegó hasta dos encuentros más tarde.
Pero no solo la competencia ha influido. Lo cierto es que el rendimiento de Villar tampoco ha sido todo lo brillante que se esperaba de él. Más bien, todo lo contrario. La dinámica del delantero se asemeja a la de una veleta: ahora para un lado, ahora para el otro. Inestabilidad que, lejos de lo que pueda parecer, no le ha pasado demasiada factura.
No en vano, ha sido uno de los más recompensados por Paco Herrera: ha participado en veintitrés encuentros, dieciocho de ellos como titular, aunque solo ha completado cinco. El aspecto goleador, no obstante, ya es harina de otro costal. A estas alturas de la temporada, ‘El Duende de Aroche’ tan solo ha anotado siete goles, llegando a encadenar cuatro encuentros sin ver puerta.
Siendo honestos, este Real Valladolid no se caracteriza precisamente por ser un equipo muy goleador, y tampoco el resto de sus hombres de ataque están teniendo un gran olfato de cara al gol. Pero eso no es excusa, y los números revelan que Villar está lejos de ser ese delantero incisivo que en su día fue.
En su primer año a orillas del Pisuerga, el onubense logró echarse al equipo a la espalda y comandar a los hombres de ataque. A pesar de ser una temporada para olvidar, Villar anotó quince goles, su segundo mejor registro goleador. Solo lo superó en la temporada 2013/14 al marcar dieciocho tantos, en su segunda temporada defendiendo el escudo del Cádiz en Segunda B.
Su mejor versión, clave para luchar por el play-off

Con todo y con eso, el onubense ha vuelto a aparecer cuando más falta hacía. Sin una actuación estelar, Villar fue capaz de darle al Real Valladolid una victoria vital en un campo tan complicado como Santo Domingo. Pero no es la primera vez en esta temporada que ‘El Duende de Aroche’ parece que sí, y luego al final es no. Muy cerca estuvo al comienzo de la primera vuelta, aunque su expulsión ante el Tenerife cortó esa progresión que empezaba a mostrar.
Una mejoría que vuelve a salir a la luz, una vez más, y que en esta ocasión debe ser la definitiva. Qué duda cabe que, de alcanzar por fin la ansiada estabilidad, esto sería positivo tanto para él como para el equipo. Y es que Villar, que termina contrato este treinta de junio, puede ver como su renovación peligra si no muestra el nivel adecuado en esta recta final.
A modo de moraleja, los hermanos Grimm terminaban su cuento con un pequeño escarmiento para el valiente Juan. Este, ya casado con la princesa, descubre finalmente lo que es el miedo cuando su mujer le tira una jarra de agua fría por encima mientras él dormía plácidamente.
Paralelismos aparte, Villar no debe dejar que le pase lo mismo. Para ello, no puede bajar la guardia y debe mostrar un nivel más alto del que ha mostrado en esta recta final del curso. En un momento crucial, el play-off bien puede pasar por sus botas. Y su suerte será, en buena medida, la del Real Valladolid.