Los jugadores del Real Valladolid, sin garra, se mostraron incapaces de jugar con criterio en El Alcoraz

El partido del Real Valladolid en Huesca fue para olvidar de principio a fin. Solo un par de aciertos sirvieron para crear las escasas oportunidades que dispuso. Aunque el planteamiento inicial no fue malo, ya que cerró muchos espacios y no dejó que su rival jugara con comodidad.
Pero para sacar provecho del estar bien plantado hay que tener las ideas claras con el balón en los pies. Sergio Marcos, Jordán y Míchel fueron los encargados de esa tarea y los nubarrones aparecieron sobre El Alcoraz. El segundo lo intentó un poco más, pero el conjunto oscense se hizo más fuerte con el paso de los minutos.
Los ataques blanquivioletas eran demasiado estáticos, por lo que la circulación del balón debía ser rápida. Eso solo ocurrió en ocasiones aisladas, que coincidieron con jugadas de peligro. Al parecer, los de Paco Herrera no asimilaron que cuanto más moviesen la pelota, más daño hacían a su rival, ya que no se repitió.
La hora de la siesta abrazó a un Pucela que dio la impresión de conformarse con el 0-0. Quizás aspiraba a que le cayera un regalo en una acción, como las de Raúl de Tomás de cabeza o la que no acertó a rematar Míchel en el área. El caso es que su partido aburrió hasta al mayor amante del fútbol.
Ni por el centro, ni por la bandas, ni en balones largos; nada. El Real Valladolid estuvo más cómodo en defensa, porque el Huesca estuvo igual durante gran parte del partido, que en ataque. Cuando su rival reaccionó y vio eso que hizo el equipo blanquivioleta de mover el balón rápido, empezó a generar peligro.
El conjunto pucelano sufrió demasiado en las internadas por las bandas; sobre todo por la izquierda. Balbi fue sustituido y Ángel, que llevaba un rato en el campo actuando por delante de él, retrasó su posición. En las acciones ofensivas las alas tampoco aportaron para meter el miedo necesario. Los de Herrera se mostraron demasiado planos en un partido de 0-0 que cogió color local en la recta final.
La salida de balón no fue nada buena y, una vez más, la conexión entre el centro del campo y la delantera brilló por su ausencia. Los de arriba intentaron hacer la guerra por su cuenta, pero eran islas tapadas por muros. De Tomás se mostró más activo, pero entró demasiado poco en juego porque no llegaban pelotas a su área.