El Real Valladolid se acercó en el segundo tiempo a lo que le faltó en el primero, ante un veloz Girona. Pero una desafortunada acción tumbó sus opciones de empate

Son de las derrotas que escuecen más. No tanto por lo ocurrido (el gol en propia puerta de Torres), sino por lo que hubiera podido ocurrir en caso de que la mala suerte (y un Girona imbatible en casa) no se hubiera cruzado en el camino de los blanquivioletas.
Hasta el inesperado segundo gol del Girona, el Real Valladolid estaba más cerca que nunca del empate. En la segunda mitad, había entendido la manera de cambiar la dinámica que, en el primer acto, le perjudicó más que benefició. Los gerundenses completaron un primer tiempo en el que fueron mejores al demostrar una lectura más acertada de lo que estaba aconteciendo en Montilivi.
En principio, el conjunto de Pablo Machín, con tres centrales y cinco efectivos por dentro, amasó más posesión de pelota y tendió a emprender la mayoría de sus acciones en campo pucelano por su flanco derecho, en el que Coris y Portu buscaron, con perspicacia, dañar el territorio de Álex Pérez y Balbi.
Por el contrario, el Valladolid, que durante los primeros 45 minutos no encontró el orden necesario para incomodar a René, se inclinó en la primera fase de partido a fiarse a la velocidad, tras robo, en la zona de influencia de José y Álex López (antes de cambiar al interior zurdo). Es decir, por el área de juego defendida por el exblanquivioleta Juanpe.
El ritmo caracterizaba cada maniobra de ambos conjuntos, que rallaron en una igualdad solo quebrantada tras el gol de Coris, precisamente por el lado, el izquierdo, donde estaba sufriendo más la defensa vallisoletana.
El dibujo del choque se transformó después del tanto. El Real Valladolid supo reaccionar y recuperó el balón, que fue dominado sobre todo por Álex López, elevando su bloque a altura media. Esta disposición del ataque castellano fue entendida por el Girona como una oportunidad de explotar la velocidad de sus jugadores exteriores y de Portu. La sensación de peligro, así, fue mayor para los locales gracias a los robos que perpetraban en su propio campo, seguidos de feroces contraataques.
La historia, que daba la espalda al Real Valladolid en Montilivi, se empeñó en dar otro giro en el segundo periodo. La escuadra de Paco Herrera, pronto, se desperezó de la poca profundidad que había tenido hasta entonces y protagonizó acercamientos y ocasiones de gol.
El técnico pucelano, no obstante, realizó dos cambios con poco margen de tiempo, para variar el tono del choque: Ángel por Balbi y Sergio Marcos por Álex López. Las sustituciones no perjudicaron la senda, a priori positiva, que había elegido el Valladolid para lograr el empate. A ella se unió, también, Raúl de Tomás, que disfrutó de una oportunidad muy clara al minuto de entrar al terreno de juego.
El Real Valladolid había encontrado, al fin, la manera de avanzar tanto por dentro como por posiciones más abiertas y merodear el área rival. En suma, poseía mayor claridad ofensiva en la elaboración de las acciones de ataque, algo que añoró en el primer acto. Todo indicaba que la igualada podía producirse, vista las mejores sensaciones visitantes y el dominio que habían conquistado. Sin embargo, el infortunio de Torres, en el 80’, fue un golpe del que el Real Valladolid no se pudo levantar, a pesar del postrero tanto de Raúl de Tomás.
Los de Herrera mejoraron, de nuevo, tras verse por debajo en el marcador. Revirtieron un contexto negativo, acariciaron el empate, hasta que sobre ellos se posó una losa insalvable sobre la que bailan las pesadillas que, probablemente, vaya a tener Torres esta semana. Y que deben desaparecer lo más pronto posible para continuar pugnando por una plaza de promoción.