El atacante serbio rechazó jugar en Portugal con la intención de hacerlo en el Krylia Samara, donde cobrará más

Carlos Suárez y Braulio Vázquez, presidente y director deportivo del Real Valladolid abandonaron anoche las oficinas del Estadio José Zorrilla sobrepasadas las 23:00 horas con lo deberes hechos, reconociendo que habría un anuncio «en breve», el fichaje de Cristian Espinoza. Sin embargo, todavía quedaba algo pendiente, la salida de Dejan Drazic.
Cerrada la ventana de transferencias en la península ibérica a la una de la madrugada, hora a la que finalizaba el plazo de inscripciones en Portugal, el último movimiento deseado por el Real Valladolid no se produjo, si bien el Real Club Celta también lo ansiaba. El motivo, tal y como publica este miércoles el Diario de Valladolid, es que prefiere marcharse a la liga rusa, cuyo plazo de fichajes finaliza el día veinticuatro.
Después de forzar la situación con su reiterada negativa, el Krylia Samara es su salvoconducto para salvar otra temporada prácticamente en blanco, ya que los hechos han demostrado que en Zorrilla no se cuenta con él, algo dicho con la boca pequeña, casi intuido en los balones fuera echados en dirección a Vigo, pero real.
La razón, muy simple: su rendimiento deportivo ha sido casi nulo y su compromiso brillante por su ausencia. Tal es así que incluso Guzmán, relegado a un ultimísimo plano durante todo el curso, entró antes que él en la convocatoria para el partido ante el Rayo Vallecano, tras la cual el máximo mandatario, Carlos Suárez, reconoció estar a expensas de que se dieran las circunstancias propiciatorias para su salida.
El serbio, que se ha mantenido indiferente al paso de las jornadas, no se ejercitó este martes con sus compañeros, aunque sí que lo hizo en el gimnasio. Si bien estaba pendiente de que pudiera haber un giro que derivara en su salida, pareció ajeno a todo al despedirse con total normalidad, emplazando en su adiós «hasta mañana». Y eso que el Celta apretó para que firmara por el Nacional de Madeira, una opción que no era de su agrado, todo lo contrario que la del Partizan de Belgrado, como él mismo declaró en su país.
Dilapidada por razones económicas esa opción, la deseada por el club vigués debido a una mayor cercanía y similitud con el fútbol español, solo queda ver si en los días que quedan de mercado en el fútbol ruso aquella se cierra. Aunque un tanto a regañadientes, no es ni mucho menos descabellado que Felipe Miñambres, director deportivo celtista, acepte esa vía. Peor será que se siga devaluando un jugador por el que hace año y medio pagaron algo más de un millón de euros.