El Real Valladolid somete al Real Oviedo durante 70’, impulsado por su costado derecho, pero cae ante la ineficacia de sus ataques

El Real Valladolid suma a su colección de derrotas de esta temporada una un tanto distinta a las anteriores. Es grande, cruel, injusta, disemina frustración. Porque sumó más de quince disparos a la meta del Real Oviedo, al que dominó sin titubeos durante 70’, y terminó cayendo.
El inicio del partido no marcó lo que sucedería a partir del gol de Toché, al cuarto de hora. En defensa, los castellanos estaban encontrando dificultades en la banda de Balbi, y no podían parar con solvencia las maniobras ofensivas del lateral derecho Fernández. Aunque sin balón Míchel acudía a tapar la salida jugada de los carbayones (dibujando una primera línea de tres jugadores), estos conectaban sin excesivos problemas con el flanco derecho desde el que buscaron crecer.
No lo consiguieron porque, precisamente desde la banda contraria, el Valladolid se adueñó del espacio y del tiempo entre una tormenta de imprecisiones de ambos conjuntos en la circulación de balón. Y sostuvo este grado de sometimiento hasta el final.
El encuentro da pie a elaborar varias lecturas tácticas interesantes, pero quizá la más destacable sucede en el costado de Juan Villar, Moyano y Joan Jordán. Los tres futbolistas, los mejores del encuentro, generaron prácticamente todas las situaciones de peligro en el primer tiempo.
Las acciones fuera-dentro de Villar habilitan espacios para que Moyano escalara metros y pudiera centrar al área. Jordán, con un rol más descolgado que en anteriores enfrentamientos, batía líneas con y sin balón y tejía conexiones con el delantero onubense (muy móvil y peligroso).
Así, las ocasiones de gol, en especial de Villar y de Jordán, se fueron sucediendo a raíz del reforzamiento de la banda derecha pucelana. No obstante, el lado contrario estuvo infrautilizado hasta el descanso, de manera que se perdió la posibilidad de cargar aquella zona para dejar más libre en la que se mueve Villar (y rompe Jordán).
En el segundo periodo, el Pucela buscó más variedad con balón, y amplió su rango de participación a ambos lados, gracias, en los primeros compases, a la actividad de Míchel entre líneas. El control del espacio fue mayor, si cabe, en el segundo periodo, en el que los locales apenas pudieron cruzar la medular.
Aun con eso, distribuyendo el peso del ataque a más carriles, hubo momentos en los que disminuyó la presencia del Real Valladolid cerca del área de Juan Carlos. Herrera esperó hasta el 66’ para refrescar el ataque con De Tomás por Mata, hasta el 75’ para incluir a Ángel por Balbi y hasta prácticamente el final del choque para dar entrada a José.
La inclusión del talaverano podía haberse producido antes, con el objetivo de sumar, entre otros aspectos, velocidad y desborde en un sector del campo en el que era necesario generar más oportunidades claras de gol. Con todo, los análisis a posteriori siempre son más sencillos de construir.
Pese a la derrota, frustrante para el conjunto blanquivioleta como pocas esta campaña, las sensaciones que ha dejado en el Carlos Tartiere son positivas. Muestra un proceso de crecimiento en los encuentros disputados lejos del Nuevo José Zorrilla que resulta importante para ganar fiabilidad en el tramo decisivo del curso.