El cancerbero catalán sigue siendo, a pesar de todo, ‘Míster portería a cero’

Llegó el pasado verano con el Trofeo Zamora debajo del brazo, y aunque todavía no ha terminado de demostrar durante una fase prolongada lo buen portero que es, Isaac Becerra sigue siendo ‘Míster portería a cero’. Si a lo largo de su carrera y antes de desembarcar en el Real Valladolid había sido capaz de mantenerse sin encajar gol en 51 de 138 partidos en Segunda, o lo que es lo mismo, un 37%, haberlo conseguido en doce ocasiones de veintiuna durante esta primera vuelta, supone un porcentaje superior al 57% (mismos números que el carbayón Juan Carlos y que el exblanquivioleta Raúl Fernández, hoy en el Levante UD).
Si hasta su llegada a la capital del Pisuerga su ratio de goles encajados por partido era de 0’87, ha conseguido obtener un 0’86 en una primera vuelta –el segundo más bajo de la categoría, después de Edgar Badía, portero del Reus– que no concluyó bien para él, por mor de una tendinitis rotuliana en la pierna izquierda. Y sin embargo, por más que los números le respalden, las sensaciones no le acompañan, y no solo por su dolencia en la rodilla.
Aunque empezó salvando puntos en las primeras jornadas de liga y demostrando que es uno de los mejores guardametas de la categoría, cuando mayor inconsistencia mostró el equipo, en esos cinco partidos seguidos perdiendo, le empezaron a asolar y azotar unas dudas que no le han abandonado, al menos a ojos de una afición de la que ha recibido críticas, y que se muestran sobre todo en los centros laterales o en las acciones a balón parado.
Cierto es, ha continuado encadenando encuentros imbatido, pero aunque no ha cometido ningún error grosero que se haya traducido en gol, cada una de sus intervenciones son vistas con lupa. Quizá sea por eso, porque aunque yerre no tiene incidencia, ha dado una imagen poco comprensiva con las críticas: dice mantenerse al margen, pero Paco Herrera en repetidas ocasiones le ha desmentido públicamente.
En la última, el técnico pacense llegó a decir que «tiene que dejar de ver enemigos por todas partes». Y quizá sea esa su mayor asignatura pendiente: el darse cuenta de que si tiene un enemigo es él mismo. Con esa tenacidad que le caracteriza y con esa personalidad que deja entrever bajo palos ha de seguir trabajando en esos aspectos en los que ha mostrado debilidad con el fin de minimizarlos.
Cabe decir que sea por su labor o por la de la línea defensiva esto ya ha sucedido: el Real Valladolid defiende cada vez mejor y él cada vez sufre menos. Pero si continúa habiendo debate es porque sigue habiendo lagunas, si no subsanables, al menos sí prolongables en el tiempo, y que son, a su vez, el único lunar que parece mostrar el equipo terminada la primera vuelta.
Por lo tanto, y conocida la mejoría experimentada por los blanquivioletas, Isaac Becerra debe dejarse contagiar por el optimismo que reina y va de la mano de un trabajo que cada vez obtiene mejores réditos si, superados sus problemas físicos, quiere recuperar su puesto debajo de los palos y terminar siendo, como cabía esperar, un pilar importante en la temporada.