El Pucela ganó en Cádiz y hasta los más pesimistas empiezan ya a creer en que el sueño es posible
Bajó Paco Herrera del coche como si fuera Ryan Gosling, silbando con tono alegre esa melodía que te atrapa en ‘La La Land’. Joan Jordán la tocó en el piano del Ramón de Carranza. La afición blanquivioleta, al igual que Emma Stone, se dejó seducir por el descarado optimismo de un Real Valladolid que sólo sabe ganar en 2017. De hecho, el cuadro pucelano ha sumado trece puntos de los últimos dieciocho. Imposible no creer.
Vuelve a sonar ‘City of Stars’ y Paco Herrera se pone el sombrero tras jugar con él. Viste elegante, seguro de sí mismo, desprendiendo esa ilusión que algunos intentaron esquivar por el amargo peso de un pasado que pretendemos olvidar. El Real Valladolid de ahora es un invierno en el que el sol impone su presencia pese a las bajas temperaturas. Un equilibrado camino hacia la primavera.
Las siguientes paradas serán el Real Oviedo y el Rayo Vallecano, como Ryan Gosling en esa gira en la que nunca creyó y luego le catapultó. El jazz sigue sonando de fondo, pero hay nuevos ritmos, algo más alegres, que incitan a vivir ese sueño que arrancó en agosto y terminó de madurar cuando la Navidad se presentó sin nieve.
La segunda parte de la temporada será complicada, pero en ‘La La Land’ existe la sensación de que nada es imposible, de que los sueños son un complemento necesario para que la vida te sonría. Hay que luchar por ellos. «¿Por qué hablas del romanticismo como algo vulgar?», escupió el protagonista de la película del año como si sus palabras se pudieran extrapolar a un Real Valladolid que quiere rescatar ese romanticismo que vivió con Mendilibar y Djukic.
Dos victorias consecutivas, dos partidos seguidos sin encajar goles, un triunfo de prestigio en Cádiz, una envidiable gestión de vestuario y una ilusión que ya es, de nuevo, bandera de una afición encantada con encontrarse de nuevo. En ‘La La Land’ siempre hay un sueño por el que luchar. En Valladolid, ahora más que nunca, también.