Mónica Padilla volvió a vestirse de rojiblanca confirmándose como lo que el equipo de Martín Olmedo necesitaba

Desde que comenzó la temporada allá por septiembre, dos afirmaciones se escuchaban continuamente en Los Cerros, y las dos tenían como foco la misma zona del terreno de juego. «Cómo se echa de menos a Mónica Padilla» y «hace falta una centrocampista más» eran esas dos premisas, dichas a menudo con rotundidad y seguramente no faltas de razón.
Después de conseguir el verano pasado el ascenso a la Segunda División, la mediocentro decidió emprender una aventura en Estados Unidos de la que, sin embargo, ha vuelto en fechas recientes. Tomada la decisión de armarse el petate y volver a España, no dudó: notificó a sus compañeras su intención de volver al equipo. La noticia fue recibida con los brazos abiertos y con algarabía. La sensación del vestuario de Los Cerros fue, desde el primer momento, que con ella serán más fuertes y se acercarán (conseguirán) la permanencia.
No cabe duda, ese será uno de los objetivos de su vuelta: la salvación. Y para obtenerlo ya ha puesto su primer granito de arena, ya que a los 49 segundos de redebutar marcó gol y fue una de las claves del triunfo logrado por el San Pío X ante el Guadamur. Quizá parezca pronto para una afirmación tan categórica, pero con ella todo es más fácil. Con ella todo es mejor.
A las rojiblancas les quedan once jornadas para la conclusión del campeonato Se encuentran a dos puntos de salir de los puestos de descenso, algo que podrían haber hecho este mismo fin de semana. Sin embargo, tienen tiempo suficiente para alcanzar El Dorado y, no cabe duda, Padilla puede ser parte la parte fundamental que todo el mundo cree, visto lo visto en su reestreno.
La centrocampista vallisoletana se destapó como la pieza que faltaba en el engranaje del San Pío. Puede parecer precipitado realizar un análisis así con tan solo un partido disputado, pero lo cierto es que este domingo en Los Cerros se vio que su forma de ser sobre el campo colma las necesidades que tenía el equipo desde el inicio del curso.
En el tempranero gol demostró que tiene llegada desde segunda línea, algo de lo que adolecen buena parte de sus compañeras y que se había notado hasta la fecha. Esa capacidad física, unida a su calidad, le permitió mostrarse en como una doble alternativa en tres cuartos, ya fuera en conducción, rompiendo la línea de medios del rival, o convirtiéndose en una opción de pase en la zona del diez que tampoco era demasiado frecuente hasta ahora.
La jerarquía que le otorgaba el plantel al aumentar la fe en la consecución del objetivo se vio con la celebración del tanto, pero también porque ella se ofrecía a las demás y las demás la buscaban a ella. No es para menos, dicho todo lo anterior. Pronto se notó que si faltaba alguien que ensamblara las dos mitades en las que a veces se rompían las rojiblancas, ya no. Y es que, gracias a sus virtudes, como ya se vio, pueden ser más compactas que hasta ahora.
No obstante, la cursiva, como pensará quien la haya detectado, tiene que ver con que es pronto y con la obviedad de que sus compañeras y las rivales también juegan. Dicho de otra forma: aun siendo lo que el San Pío precisaba, flaco favor se harían las de Martín Olmedo creyendo que ella sola puede salvarlas. Conforme adquiera rodaje –ante el Guadamur acabó vacía– podrá crecer, pero deben ‘acompañarla’ y crecer las demás a su alrededor (algo que, por otra parte, parece destinado a ocurrir si su entrenador sigue rodeándola de jugadoras que hablan ‘su mismo idioma’, como Nerea Fidalgo, Raquel o Lore).
Con todo, el triunfo ante el Guadamur es/debe ser solo el principio. La lucha del conjunto del barrio de Girón es eso, la del conjunto, y no la de una jugadora sola. Es el bloque quien debe dejar atrás la falta de solidez del pasado y, con Mónica Padilla en la sala de máquinas, revertir los malos resultados de la primera vuelta ante rivales directos como el Alhóndiga, el Vallecas, el Pozuelo o, en menor medida, el Amigos del Duero. La ventaja: que los cuatro todavía tienen que pasar por Los Cerros.