El Real Valladolid no terminó de congeniar en ataque y las jugadas más peligrosas fueron aisladas o elaboradas por Raúl de Tomás

Paco Herrera dispuso una especie de 1-4-2-3-1 para afrontar la vuelta de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey en Anoeta. Lo ajustes y el cambio del sistema que venía utilizando durante los últimos partidos se debieron a las oportunidades que tuvieron los menos habituales.
Ni Juan Villar –finalmente descartado–, ni Mata, ni José fueron de la partida en el ataque, donde actuó Raúl de Tomás en su lugar. Mientras, el centro del campo estuvo más poblado, pero no sirvió para que esa superioridad se transformara en el peligro necesario.
Jordán y Míchel aparecieron demasiado poco y no nutrieron de balones a un De Tomás que tuvo que hacer la guerra por su cuenta –porque no tenía más opciones y porque le gusta–. El caso es que el delantero no congenió con la línea anterior y el equipo lo pagó.
Solamente lo hizo en la jugada del gol, cuando Álex López metió un buen balón al área. La pelota iba para el ariete, pero Mikel González se interpuso y acabó desviándola a su portería. Sin ser una conexión directa, esa acción supuso lo más parecido a la unión entre los centrocampistas y la máxima referencia ofensiva.
Porque el resto de alternativas para meter mano a la Real Sociedad brillaron por su ausencia. Y da lástima, ya que el Pucela dejó la sensación de que si hubiera apretado un poco más podría haber asustado a los blanquiazules. El ritmo no fue muy alto y eso ayudó a los locales, que jugaron con el marcador de la eliminatoria.
Las subidas de Markel y Ángel desde los laterales tampoco tuvieron el efecto deseado. Al no jugar con extremos puros, las apariciones de estos dos se antojaron mucho más importantes y no cumplieron con el cometido. Por ahí podía haber hecho algo de daño, pero la defensa realista no sufrió con ellos.
Y es que no fue el día. Pese a tener a cinco centrocampistas, al Pucela le costó un mundo sacar el balón desde atrás. De hecho, jugó con fuego y estuvo a punto de quemarse. Los zagueros no se lo pusieron fácil a Pau Torres para ello y el portero rozó el desastre cuando le robaron el balón; aunque la jugada no tuvo mayor peligro.
Ambos equipos se presionaron en ese aspecto y se dificultaron la tarea, pero la calidad realista hizo ganar esa batalla a los locales. Mientras, el conjunto blanquivioleta debe mejorar ese aspecto si, en realidad, quiere seguir apostando por ello en 2017.