El futbolista valenciano está completando una notable primera temporada en el Real Valladolid
Soy mucho de poner etiquetas antes de probar el producto, por lo que, en innumerables ocasiones, me toca recular y cambiar la opinión que ya tenía formada. En el fútbol me pasa lo mismo. Cuando vi el anuncio del fichaje de Míchel Herrero por el Real Valladolid pensé que Braulio se había pegado un tiro en el pie, que el valenciano no era la clase de jugador que necesitábamos.
Al mirar su trayectoria observé unos últimos años algo grises, con una aventura por China incluida y dos saltos –Real Oviedo y Getafe– que no fueron tribunanada productivos. Mi fe era nula. Fue algo parecido a lo que me ocurrió con ‘Jurassic World’, una película que yo pensaba que aterrizaba para arrasar en cartelera aprovechando la saga ‘Jurassic Park’ sin ofrecer nada más, y finalmente resultó ser, con mucho, la mejor entrega. Una de esas cintas que ves en el cine y compras meses después en Blu-Ray para tenerla siempre a mano.
Míchel (me) ha demostrado que en el fútbol, y en la vida, las opiniones prefabricadas tienen el mismo valor que un suspiro. No ha venido a Valladolid a pasearse ni a entrar plácidamente en los treinta pasando desapercibido. Todo lo contrario. Compite, juega –muy bien–, participa y manda dentro del terreno de juego. Se ha convertido en un jugador capital para Paco Herrera, ese entrenador del que dijeron en cierta emisora que no tenía un plan justo antes de que llegase el 0-3 al Mallorca y el 5-0 al Mirandés.
Míchel no es Óscar González, y tampoco Álvaro Rubio. No es un mediapunta al uso y mucho menos un pivote generador de juego. Ni siquiera un interior con movilidad. Directamente es un todocampista capaz de crear en la medular, desatascar en tres cuartos y finalizar cuando pisa área. Hablamos de alguien muy completo. Una de esas piezas que siempre dan solución al puzzle del entrenador.
Por eso aprovecho estas líneas para pedir disculpas por haberle juzgado antes de tiempo. No hay nada que me guste más que verme en silencio porque el Real Valladolid me ha cerrado la boca para bien. Que Míchel haya venido a este nivel y con esta implicación es bueno, muy bueno, para un Pucela que necesita juego, veteranía, profesionalidad y saber estar. Gracias, Míchel. Y perdón.