Después de poner fin a una racha de nueve jornadas sin conocer la victoria, los burgaleses llegan al feudo blanquivioleta con la intención de certificar el dicho «entrenador nuevo, victoria segura»

Suele decirse que el fútbol es cuestión de rachas. Más aún en una categoría como la Segunda División, que este año ha decidido ser más competitiva que nunca: a día de hoy, tras diecisiete jornadas, solo quince puntos separan al primer y al último clasificado. A esto se aferra el Mirandés, que en apenas nueve jornadas ha pasado de ser un candidato al ascenso a ocupar los puestos bajos de la tabla.
El conjunto burgalés llega al José Zorrilla en pleno proceso de reconstrucción. Tras la destitución de Carlos Terrazas, el elegido para ocupar el banquillo de Anduva es Claudio Barragán. Testigo de los malabarismos de varios técnicos al borde del precipicio, esta vez el Real Valladolid evaluará el estreno del valenciano al frente del barco rojillo.
Por delante, la tarea de recuperar las sensaciones que el Mirandés había mostrado en los primeros compases de la competición y cuyo primer paso se dio el pasado sábado al vencer al Elche por uno a cero en Anduva, tres puntos más que necesarios y una inyección de moral que, sumada al hecho de dejar de ser colistas, hace que los ahora dirigidos por Barragán afronten la semana con más optimismo.
Lo cierto es que, a pesar de la dinámica negativa de los últimos dos meses, el Mirandés comenzó la temporada presentando sus credenciales al ascenso. Los burgaleses llegaron a encadenar nueve jornadas sin conocer la derrota, lo que les permitió situarse de manera relativamente estable en la cuarta posición de la tabla.
Pero el fútbol es una moneda de dos caras, y la estabilidad dio paso a una racha de derrotas que, como una losa, terminó hundiendo al Mirandés. Los rojillos han demostrado que para ellos no hay medias tintas: si acumulaban nueve jornadas sin perder, nueve fue también el número de semanas que estuvieron sin ganar.
Paralelismo con el que será su rival este domingo, el Mirandés también ha acumulado una racha de cinco derrotas consecutivas. Tan solo dos semanas después de que los de Paco Herrera pusieran fin a tan nefastos resultados, los burgaleses cosecharon una primera derrota que, a la postre, supuso el inicio de su declive.
En tan solo ocho jornadas, los rojillos han pasado de un cómodo puesto en el play-off de ascenso a ostentar el farolillo rojo de la categoría. Un pozo del que comenzaron a salir la pasada jornada gracias a la victoria cosechada en Anduva, que permite al Mirandés escalar hasta la decimonovena posición.
Más que tres puntos, lo que estará en juego este domingo en el José Zorrilla será la oportunidad de certificar una trayectoria ascendente. Por un lado, el Real Valladolid necesita la victoria para no descolgarse de los puestos altos de la tabla. Por otro, el Mirandés quiere sumar de tres en tres y volver a soñar con la zona noble de la clasificación. Y, por si fuera poco aliciente, con la rivalidad añadida que supone un derbi.