Cerca de 200 personas presenciaron el San Pío X – Parquesol en la tarde de este domingo

El partido entre el San Pío X y el Parquesol, en Segunda Femenina, sirvió para que ambos equipos se hicieran un hueco en la historia del fútbol vallisoletano. La expectación que había levantado el derbi en la previa llevó a Los Cerros a unas 200 personas, que no se quisieron perder el choque.
Las jugadoras de los filiales de cada equipo apoyaron a sus ‘mayores’ y dieron el aire de rivalidad también en la banda. Padres, madres y demás familiares de las protagonistas sobre el sintético lucharon desde el mismo sitio por sus intereses particulares. Y, cómo no, los aficionados al fútbol local se dejaron engatusar por un derbi histórico.
Los puntos volaron del feudo rojiblanco, después de que el conjunto naranja mostrara su poderío y se llevara una victoria que le asienta en la cuarta posición. Pero, para ello, tuvo que sufrir y mojarse. La lluvia comenzó a caer con el inicio y acompañó a todos los presentes durante las casi dos horas de duración –descanso incluido–.
La local Moni adquirió protagonismo más allá del gol en el tramo final, que puso la emoción que le había faltado antes al duelo. Pero es que Zipi no paró hasta fabricarse una jugada como la que tuvo y en la que no perdonó. La vaselina sobre María Notario resultó perfecta y celebró el gol con la rabia que demostró durante todo el choque.
Su desesperación por la escasa duración de la posesión del San Pío le llevó a quejarse en repetidas ocasiones. No le salía nada al conjunto rojiblanco, en general, ni a ella, en particular. Y también se mostró en desacuerdo con algunas decisiones del árbitro. Ahí entró en juego Sandra. Un intercambio de palabras acabó con la risa de la ‘7’ naranja, mientras Zipi seguía enfadada. La visitante Cris quiso consolarla, pero no había manera y el carácter de la toresana le llevó a quitar la mano de su rival, en un gesto de ánimo, de su cuerpo.
Antes del inicio del partido, algunos aficionados locales se encargaron de vender papeletas en las que se sorteaba un cochinillo, además de para colaborar con el San Pío X. En el descanso, Julián, presidente del club, ayudado por una mano inocente, sacó el número ganador. El manjar se quedó en ‘casa’ para ganar algo, ya que el afortunado resultó el padre de Nere Álvarez, jugadora local.