El Real Valladolid exhibió un juego directo que asustó a la Real Sociedad en el primer tiempo; se terminó perdiendo en su propia desconcentración defensiva

Hay partidos que se pierden pero sirven para, de alguna manera, ganar. Tal vez la derrota ante la Real Sociedad puede incluirse en esa categoría.
El bloque de futbolistas suplentes demostró, destacadamente durante el primer periodo, que puede competir por un puesto de inicio. El segundo fue otra historia.
Herrera contempló el duelo ante los vascos como una oportunidad para algunos de los jugadores con menos minutos en el campeonato local. Luismi, Sergio Marcos, Igor, Markel o Ángel partieron de inicio, formando un sistema semejante al 4-4-2 en un rombo liderado en la medular por Anuar y Jordán. En ataque, optó por regresar a la doble punta abierta con Villar y Mata.
Y en esta doble punta el Real Valladolid confió de tal forma que hizo pivotar el sentido de su juego sobre ella. Es decir, sobre continuas maniobras de juego directo que buscaron dañar a las espaldas de la línea de cuatro defensores de la Real, tirada a una altura considerable.
Ante la insistencia del equipo de Eusebio de dominar con pelota, los blanquivioletas respondían robándola y corriendo con mucho sentido. Con tanto que, durante el primer tiempo, fueron capaces de reponerse a un gol tempranero y a tomar el control tanto del espacio como de las ocasiones. ¿Cómo? Eligiendo el método alternativo. Si no hay pelota, hay espacio.
Y las oportunidades llevaron, por encima de los demás, el sello de Mata, en una particular lucha por redimirse del estúpido gesto que lo precipitó a la expulsión frente al Almería. Capitalizó las acciones ofensivas en el área de Rulli. Anotó un gol y perdonó varios. En definitiva, encarnó el sentido de recuperación anímica tan necesario en un equipo que quiere aspirar a no desmoronarse.
Entretanto, en defensa, el Real Valladolid dibujaba un 4-4-2 con el no sufrió demasiado y minimizó la presencia ofensiva del conjunto txuri-urdin dado el equilibrio sin balón del sistema de dos pivotes y dos interiores.
Aunque, de repente, irrumpe un momento en que se justifica el tamaño de un equipo sobre otro. No se reflejó en las cualidades de los integrantes de la Real; apuntó, directamente, a la desconcentración defensiva que volvió a hacer mella en el Real Valladolid. Dos goles encajados en el segundo acto, uno tras un error en la salida de balón y otro tras perder la marca a Juanmi, cerraron el partido.
Quizá, el resultado no se ajusta a lo que sucedió en el campo. Los pucelanos, aunque en la segunda mitad bajaron el rendimiento de la primera y encontraron más baches para reincidir en su plan futbolístico, no fueron, en términos generales, inferiores a uno de los bloques en mejor estado de España.
Pero la diferencia de categoría suele residir en detalles, que son los que terminaron con un equipo que perdió el partido, probablemente la eliminatoria, pero que ganó algo de esperanza.