Paco Herrera baraja apostar por un ‘Plan B’ que permite a su Real Valladolid tener más presencia en el área rival y originar más ocasiones de gol
Con un porcentaje de anotación inferior al gol por encuentro después de haber disputado quince jornadas, el Real Valladolid tiene un problema. Si bien ha ofrecido momentos de buen fútbol más o menos prolongados, no ha tenido un partido redondo, de dominio total. Vaya por delante que es difícil conseguir tenerlo en Segunda, aunque es posible. Es posible prolongar una sensación de superioridad durante más minutos y en más facetas que lleven a amenazar o hacer un daño mayor al rival del que los blanquivioletas suelen infligir.
Paco Herrera lo sabe y así lo ha demandado, o así lo pretende. Si con el ya manido rombo ha habido dominio, superioridad o como cada cual lo quiera llamar, pero no una concatenación de resultados positivos que haya permitido dar el salto definitivo a la mitad alta de la clasificación, y sin descartarlo de manera categórica, el entrenador se plantea una modificación en el dibujo (y por tanto, en determinados comportamientos) a fin de buscar ese paso adelante. Después de que el 4-3-3 no funcionara en el inicio del curso, y comentado lo anterior, el 4-4-2 podría dar paso al 4-2-3-1 utilizado en el segundo periodo de Soria.
Debido a la falta de contundencia en las últimas fases del juego –generación y finalización–, el técnico pacense apostaría así por depurar las anteriores –salida y creación–, acompañando al vértice inferior del rombo de otro mediocentro que además de potenciar al equipo en la mitad del campo, y de fortalecer –por su altura sobre el rectángulo– la faceta defensiva, permitiría aclarar roles en el ataque.
En este sentido, las dos opciones que podrían acompañar a André Leão parecen claras. Por un lado, Joan Jordán es el dinamismo, con todo lo que ello implica. Es quizá el medio más capacitado para ser ese segundo volante, porque las condiciones físicas le permiten tener más presencia en labores defensivas y porque su técnica le permite ser un primer receptor del pase y generador. Y por otro, Álex López, ‘más interior’, alguien de quien se espera que domine el campo rival y, sin embargo, el más dotado para hacer suyo el centro del campo.
Una de las posibles consecuencias sería que, con el uno o con el otro, el Real Valladolid abandonaría la horizontalidad en los primeros metros del terreno de juego del rival y retrasaría ligeramente el proceso creativo, si bien esto no tiene porqué ser un problema, y menos cuando, de facto, es algo que está sucediendo por ante rivales replegados (más por la naturaleza del rival que por la propia.
Asimismo, ganando ese jugador en medio el equipo estaría más compactado en defensa, lo que –siempre teóricamente– podría evitar que se dieran goles como el primero del Numancia en Soria, en el que una altura excesiva del interior izquierdo, sucedida de un mal balance y de unos comportamientos irregulares de Leão y Rafa costaron dicho tanto.
Volviendo a la faceta ofensiva, la altura de la línea de mediapuntas no variaría de una manera notoria con respecto a la de los actuales delanteros, ya que juegan fuera del área –incluso quizá demasiado lejos–, aunque sí modificaría ciertos comportamientos. Para empezar, los exteriores (no tanto extremos, quizás) deberían pronunciar su apertura a los costados (aunque sin pisar necesariamente la cal). Y además, estarían obligados a cierto retorno.
Pero no solo eso, ya que, al margen del fuera-dentro y de la verticalidad que caracteriza a día de hoy a los atacantes blanquivioletas, contarían con un apoyo interior –en cierto modo como hasta ahora– en la figura del ‘diez’ y con la instaurada del ‘nueve’ inédita como tal hasta la fecha y principal novedad desde el punto de vista de tener más presencia en el área, como el míster desea.
El ‘Plan B’ según Herrera
Paco Herrera manifestó este jueves en rueda de prensa que si introduce esta modificación es «buscando más presencia arriba», ya que ha venido detectando que aunque el rombo da al equipo «dominio del balón» no acaba de «presentarse con mucha gente arriba». Y, dejando a un lado la idoneidad de adoptar este nuevo revestimiento ante el Almería, próximo rival, fue tajante: «Me repatea que el equipo tenga buen juego pero no terminación en el resultado. A veces somos un poco inocentes en la manera de competir».
Quizá esta inocencia venga predeterminada por las condiciones de los futbolistas. Posiblemente, se ha manifestado más debido a que el Real Valladolid no cuenta con demasiados elementos ‘pícaros’ para actuar como puntas sin pisar el área; quizá, solo José, Villar –con los matices que introduce esa posición de delantero abierto– y un Salvador que no se encuentra. Por lo tanto, y aunque los dos primeros vuelven a estar disponibles desde este mismo fin de semana, parece lógico cuanto menos barajar una alternativa, aunque no se renuncie a la previa ni a la idea de juego ‘madre’.
Dicho de otra manera: no solo del rombo vive el hombre; no debe ser intocable. Y no lo es: «En fútbol una cosa es intocable hasta que ves que no funciona. Para mí es intocable en cuanto a que lo vamos a seguir utilizando durante todo el año, porque para según qué rivales, nos va a dar cosas muy buenas. Lo otro [el cambio, el 4-2-3-1] no lo descarto para nada«.
Aunque con el planteamiento anterior (y futuro) los blanquivioletas tuvieron «cinco partidos redondos en cuanto a fútbol», en opinión de su técnico, lo cierto es que no ha terminado de haber una continuidad en cuanto a las sensaciones positivas. De ahí la idea de «ver esta posibilidad sin abandonar la otra», que diría el pacense.
Una en la que caben perfectamente los retornados José y Villar, toda vez que ambos han jugado mucho como extremos con querencia interior y los dos tendrían espacio para explotar su dinamismo, así como Raúl de Tomás, el delantero ‘más nueve’ y sorprendente suplente en Soria, en donde quizá lo mejor hubiera sido que jugara con Mata para verse los dos potenciados. en un 4-4-2 más puro.
Con todo, varias son las incógnitas que se presentan de cara al choque ante el Almería; la primera, si de verdad Herrera apuesta por un cambio como forma de intentar ganar en aspectos como los citados (presencia en el área, amplitud por bandas, mejor salida desde atrás…). Que, dicho sea de paso, no convierten en peor opción al rombo; solo en una diferente (mayor dominio de los espacios interiores, más posesión, mayor profundidad de los laterales…).