El Real Valladolid estuvo desconectado en el Martínez Valero durante todo el partido. Ni los once que empezaron ni los tres que entraron consiguieron cambiar la marcha del encuentro

Dice la leyenda que cuando Napoleón perdió la batalla decisiva de Waterloo, esa mañana se había levantado con el pie izquierdo –otras teorías, estas seguramente más ciertas, hablan de que tenía tal cagalera que no pudo dirigir a sus tropas– y la mala suerte le acompañó en tan importante día. Sea como sea, nadie puede negar a Napoleón como uno de los mejores comandantes de la historia.
No sabemos como se levantó este sábado por la mañana Paco Herrera, pero la suerte no le acompañó. Su equipo salió del vestuario «descolocado», como el propio técnico reconoció más tarde. Tardó en entrar en juego y, cuando lo quiso hacer, el partido ya estaba desequilibrado, 1-0 para el Elche, y con el conjunto ilicitano tremendamente tranquilo y bien plantado.
Así se llegó al descanso, con un Real Valladolid que lo intentaba pero no podía. Herrera miró al banquillo. Pau Torres, Markel, Lichnovsky, Luismi, Sergio Marcos, Mata y Drazic fue lo que sus ojos vieron. Esos mismos que en 45 minutos habían observado como la parte izquierda del ataque quedaba desierta y los mismos que apenas contemplaban juego peligroso cerca de la frontal contraria.
«De acuerdo –debió pensar Herrera–, necesitamos entrar más por la izquierda y alguien que sea capaz de generar juego en la mediapunta». Esto último fue la decisión más sencilla pues en el banco estaba Sergio Marcos, un jugador más ofensivo que Joan Jordán. Pero lo de entrar por la izquierda era otro cantar.
A Balbi siempre se le ha definido como un lateral más defensivo que ofensivo y contra el Elche tuvo su día más ‘él’; apenas se le vio pisando campo contrario con la pelota controlada. Por eso, Herrera dio entrada a Markel Etxeberria, pero no consiguió mejorar la situación.
«¡Ay, lo que nos dejamos en Valladolid, que bien nos vendrían ahora!», tuvo que exclamar Herrera. Y es que, efectivamente, en casa se quedaron Ángel, Iban Salvador y Guzmán por decisión técnica cuando, muy posiblemente, los dos primeros podrían haber ayudado mucho al equipo.
En primer lugar, Ángel que apenas está contando para el técnico catalán, hubiese sido la permuta natural. Además, el madrileño es un jugador que destaca más como jugador ofensivo que como defensivo. En segundo lugar, Iban Salvador le hubiese dado al ataque pucelano más movilidad y mayor garra, quizá era ese delantero distinto del que habló Herrera en rueda de prensa.
Dos fallos de Herrera que bien pudieron costar el partido porque las soluciones que trató de introducir no funcionaron. Ni Markel es lateral izquierdo, ni Drazic delantero centro ni, quizá, el cambio necesario era Jordán por Sergio Marcos. Puede que lo que faltó en Elche era lo que había en Valladolid.
Pero hay que ser justos, Herrera lo intentó. A la vista de lo sucedido se equivocó, pero no en el partido ni en la alineación, su fallo fue el jueves cuando dio la lista de convocados. Quizá ese día se levantó con el pie izquierdo, quién sabe. Pero de lo que no se puede dudar es que, como Napoleón, Herrera es uno de los grandes en lo suyo.