El Real Valladolid exprime todo su potencial en un muy buen encuentro en el que sólo Ratón cuestionó las acertadas maniobras ofensivas pucelanas
El Real Valladolid completó ante el Real Zaragoza uno de los mejores partidos de la temporada. Desarrolló el juego que deseó y evitó que los maños entraran en el duelo. Hizo casi todo lo que tenía que hacer. Todo, menos lo más importante.
El choque supuso una de las actuaciones más monótonas hasta la fecha. Monótonas en tanto que el conjunto de Milla no encontró la manera de desactivar el centro del campo pucelano, de nuevo conformado sobre el rombo Leão-López-Míchel-Jordán. Monótonas porque el timón fue siempre manejado por el mismo.
Desde el primer momento, el Valladolid tenía muy claros varios aspectos para imponerse en campo rival: sostener la posesión y elevar la altura de los laterales para generar ventajas numéricas en las bandas.
Claramente, se decantaron por potenciar la figura de Luciano Balbi, en el mejor encuentro del argentino con la blanquivioleta. Combinó con acierto junto a Jordán, que en esta ocasión se situó como interior zurdo. Igualmente, el lateral zurdo no perdió la posición, bien escoltado por el propio Jordán (que volvió a realizar un choque muy serio).
La primera ocasión clara, de las múltiples que crearon los pucelanos, nació de las botas del argentino. En el primer minuto. No había pasado ni un cuarto de hora y los locales, volcados en terreno rival y muy atentos para recuperar la pelota en las pocas situaciones en las que la perdían, habían merecido ponerse por delante.
El Zaragoza, instalado en un bloque medio-bajo, no desplegó una presión que complicara los planes de la creación pucelana. Apenas esperaba para robar y lanzar balones a Ángel, aunque esta maniobra sólo estuvo a punto de salir bien al final del primer tiempo.
El Valladolid insistía por dentro, por las bandas, pero terminaba chocando contra un muro llamado Ratón, que salvó de forma cercana al milagro el empate, también en el segundo acto. En éste, los blanquivioletas siguieron perpetuando su dominio, aunque afrontaron un periodo con menos actividad en tres cuartos. La lesión de Leão fue, tal vez, un condicionante que deterioró, aun en pequeñas dosis, el ritmo combinativo y creativo de la medular.
Con Luismi de pivote central desde el minuto 51, el Real Valladolid no perdió el objetivo final, a pesar de que empeoró la circulación de pelota. Paco Herrera, entonces, retiró a Míchel por Raúl de Tomás, visto que el gol parecía más lejano que en el primer periodo. También decidió aportar un factor distinto en banda derecha con Salvador, en sustitución de Villar.
Las ocasiones se produjeron. Incluso cuando, tras la expulsión de Casado al cuarto de hora del final, el Zaragoza decidió no disimular más su estrategia de supervivencia. Pero Ratón seguía allí. Y empañó una actuación coral muy destacada.