Los mismos once metros que castigaron al filial contra el Celta B le dieron el triunfo ante un rival incapaz y frustrado

El fútbol es un deporte que vive de goles y bebe de tópicos. Entre muchos otros, se encuentra aquel que dice que las estadísticas, o en su defecto las rachas, están para ser rotas. Es esta afirmación tan evidente que recuerda a ‘Los hombres que miraban fijamente a las cabras’, donde George Clooney era quien tenía ese don. Sucede que la muerte no era instantánea; simplemente lo era, espontánea.
Igual que el mamífero perecía, era cuestión de tiempo que alguien pusiera punto y final a su momento actual en el choque entre Real Valladolid Promesas y Pontevedra CF, al que los blanquivioletas llegaban sin ganar en los últimos cinco partidos y los granates sin hacerlo todavía fuera de casa. Y aquí no hizo falta la mediación de Clooney, como para despedir a gente en ‘Up in the air’, el final llegó por la incapacidad o el suicidio de los lerezanos. ¿O es que acaso la charla previa la dio el actor?
En fin; que el filial vallisoletano dio carpetazo a su crisis de resultados frente a un conjunto, el de Luisito, incapaz y frustrado, como el propio técnico se mostró después en rueda de prensa. Vino el entrenador teense a hacer de menos el desempeño de su rival, cuando fue buena su actuación, todo lo contrario que la de los visitantes.
Por más paños calientes que uno quiera poner, lo cierto es que tienen plantel para rendir mucho mejor a domicilio, donde todavía no han ganado. En Los Anexos, salió con cinco al fondo, tres en medio y dos arriba, un planteamiento que permitió jugar muy cómodos a los chicos de Albés en campo rival, paradójicamente, ya que presuntamente un dibujo así debe reforzar el apartado defensivo.
De buenas a primeras, ni un reajuste realizado sobre el ecuador de la primera mitad evitó la superioridad blanquivioleta. Pasaron los granates a intentar cerrar más por fuera, pero las ocasiones se siguieron sucediendo. Renzo, Royo y Mayoral pudieron marcar en el cuarto de hora inicial, aunque el tanto llegaría después y desde los once metros.
Villoria Linacero decretó un penalti que marcó Higinio, que engañó a Edu Sousa (un especialista en estas acciones) y empezó a dar la vuelta a la tortilla. Desde el mismo sitio que se cayó en Vigo ganaría el Real Valladolid B, aunque quedaba mucho tiempo por delante. No mucho después, en una acción en la que Dani Hernández quizá pudo andar más afortunado, a la salida de un córner, Jacobo Trigo empató.
Antes del entretiempo, Higinio tuvo dos intentonas, una tímida y otra en la que Edu le ganó la partida con una buena parada. Al tiempo de descanso se llegó con una sensación de superioridad del filial, que pudo y debió irse en franquía a vestuarios, y con la imagen de que el ‘Ponte’, otra vez fuera, no tenía su día. La determinación y el acierto de unos y otros fue distinto, pero la distinción no se reflejó en el marcador.
La segunda parte, a la postre más igualada, empezó con un tapadón de Dani Hernández ante Jacobo Trigo, que anunciaba así su paso adelante y la mejoría de su equipo. Este crecimiento, y este mayor equilibrio entre los dos contendientes, hicieron que el juego, que de por sí no había sido brillante, fuera más bien tirando a feo, sobre todo porque con el transcurso de los minutos las disputas fueron cada vez más, también en la zona de los banquillos.
Los dos equipos querían ensuciar la posesión rival y robar para correr, algo acrecentado en los visitantes con la entrada de Mateu Ferrer. Y a fuerza de intentar desbaratar los planes del enemigo, nadie planeó algo distinto, diferente, digamos, brillante. Así, el segundo tanto vino otra vez desde el punto de penalti, clamoroso, por mano de un zaguero.
Después del ‘debate’ entre Higinio e Iván Martín sobre quién debía tirarlo, el de Calasparra repitió sitio, abajo a la izquierda de Edu Sousa, tan ajustado que el gallego no pudo alcanzar, a pesar de la buena estirada, e hizo el dos a uno. Cierto es, el gol no hacía del todo justicia a lo que se estaba viendo durante ese segundo periodo, pero sí al cómputo global del choque, debido a los méritos de unos y el demérito de los otros.
A Jacobo Trigo le anularon un gol por fuera de juego dos minutos después y, con ello, el Pontevedra se descompuso. En otra vuelta a la tortilla, los granates sufrieron la frustración y el desquicio de su rival el año pasado en el mismo escenario, a diferencia de que no acabaron en inferioridad, como entonces el Promesas. No hizo falta; su tensión bastó para que el partido se les fuera por el sumidero después de malgastar los diez minutos finales.
Si alguien dio la sensación de poder revertir su mala racha reciente sin duda fue un Real Valladolid B de nuevo pragmático y que creó no menos de cinco ocasiones de mayor o peor peligro, por las dos aisladas del conjunto granate, que sufre un frenazo en sus aspiraciones de estar en la parte alta, si es que las tiene (Luisito no parece, al menos de boquilla).
Frente a los lerezanos, un rival mejor de lo que fue, los vallisoletanos se sacaron de encima el peso que tenían encima y sumaron tres puntos que les ponen en una situación mejor, duodécimos con doce puntos, tres más que el descenso. El Pontevedra CF es quinto con diecisiete unidades, una menos que el cuarto, el sorprendente Izarra.
Real Valladolid Promesas: Dani Hernández, Anuar, Mario, Calero, Royo, Rai, Zambrano, Mayoral (Dani Vega, min. 89), Sinisterra (Miguel Marí, min. 73), Iván Martín e Higinio (Corral, min. 87).
Pontevedra CF: Edu Sousa; Loureiro, Portela, Jacobo Trigo, Rivada, Bonilla; Kevin Presa, Abel Suárez (Jacobo Millán, min. 76), Álex González; Mouriño (Mateu Ferrer, min. 57) y Mario Barco.
Goles: 1-0, min. 24: Higinio, de penalti. 1-1, min. 30: Jacobo Trigo. 2-1, minuto 76: Higinio, de penalti.
Árbitro: Villoria Linacero (Colegio Madrileño), auxiliado en las bandas por Nebreda López y Vázquez González. Amonestó a los locales Marí y Mario Robles, y a los visitantes Loureiro, Jacobo Trigo, Barco y Abel Suárez.
Incidencias: Décima jornada del grupo I de la Segunda División B. Encuentro disputado en los Anexos al Estadio José Zorrilla ante unos 400 espectadores.