El Nàstic – Real Valladolid fue un partido de lo más internacional: hasta once jugadores de diferentes países saltaron al verde
«Construyamos una ciudad con una torre que llegue hasta el cielo. De ese modo nos haremos famosos y evitaremos ser dispersados por toda la tierra.» Pero el Señor bajó para observar la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo, y se dijo: «Todos forman un solo pueblo y hablan un solo idioma; esto es sólo el comienzo de sus obras, y todo lo que se propongan lo podrán lograr. Será mejor que bajemos a confundir su idioma, para que ya no se entiendan entre ellos mismos». De esta manera el Señor los dispersó desde allí por toda la tierra, y por lo tanto dejaron de construir la ciudad. Por eso a la ciudad se le llamó Babel, porque fue allí donde el Señor confundió el idioma de toda la gente de la tierra, y de donde los dispersó por todo el mundo.
¡No, tranquilidad, no es una clase de catequesis, es fútbol! Durante siglos, esta fue la explicación sobre la multitud de lenguas que pueblan la Tierra. Se supone que Dios viendo que lo que iban a construir los hombres no traería nada bueno decidió separarlos para que no se creyesen mejor que él, para que no llegasen al cielo. Pues hoy el Nou Estadi parecía aquella torre, pero justo después de que Dios confundiese a los hombres.
Y la verdad es que el Nàstic de Tarragona está totalmente desorientado en su propio campo, donde todavía no ha conseguido ganar ningún partido. La explicación es, sin duda, muy complicada, puesto que sus primeros treinta minutos suelen ser muy buenos y cargados de una alta intensidad. El Pucela sufrió esa presión inicial, pero, a diferencia de lo que pasó en Lugo, los de Paco Herrera salieron muy metidos.
Llegados a este punto, quizá haya que hablar de algo extradeportivo en las múltiples derrotas de los granas. Puede que tenga algo que ver su particular ‘Torre de Babel’.
Así, este domingo jugaron hasta ocho jugadores de diferentes nacionalidades; a saber: Dimitrievski (Macedonia), Kakabadze (Georgia), Mossa (España), Suzuki (Japón), Xavi Molina (España), Tejera (España), Levy Madinda (Gabón), Juan Muñiz (España), Lobato (España), Álex López (España), Uche (Nigeria) y los jugadores de refresco Ferrán Giner (España), Rarshalla (Marruecos) y Emaná (Camerún).
De los extranjeros, ninguno pertenece a un país de la Unión Europea y por tanto existe una barrera lingüística importante que, en parte, se puede solventar porque jugadores como Madinda, Uche o Emaná (el hermano de Achille) han estado durante la mayoría de su carrera en España.
Por otro lado, si sumásemos los jugadores no nacionales que disputaron el partido por parte del Real Valladolid la cuenta se iría hasta los once, puesto que lo hicieron jugaron el luso André Leão, el argentino Lucho Balbi y el chileno Igor Lichnovsky, tres jugadores que por su experiencia o procedencia no tienen esa barrera idiomática.
Apostar por tanta gente de fuera quizá esté pesando en la compenetración de los tarraconeneses que no levantan cabeza y marchan como colistas. En la plantilla grana hay futbolistas de trece nacionalidades distintas lo que, sin duda, tiene que hacer más complicado a Vicente Moreno, técnico del Gimnàstic, que todas sus instrucciones lleguen con claridad. Si es que ya estaba escrito hace miles de años; no se puede hacer una torre que llegue al cielo con tantos idiomas mezclados…