El Real Valladolid sigue de capa caída tras perder 1-2 en casa contra el Huesca y continuar con los siete puntos obtenidos en las tres primeras jornadas

Normalmente los inicios de temporada son complicados. Los primeros partidos sirven para probar y buscar la tecla que luego ha de funcionar durante el curso. Pero al Real Valladolid, como si fuera un equipo extraño, le ha sucedido algo diferente. El comienzo alimentó la ilusión de unos aficionados que habían perdido la fe después de lo visto la campaña anterior; y, una vez más, ha quedado claro que lo difícil no es crecer, sino mantenerse arriba.
El estreno con victoria ante el Real Oviedo y el punto cosechado en Vallecas dieron alas a un Pucela que más tarde se impuso al Girona y eliminó de la Copa del Rey al Real Zaragoza en La Romareda. El asunto pintaba bien; las sensaciones eran positivas y todo estaba coloreado de rosa.
Pero Tenerife lo cambió todo. El Heriodoro Rodríguez López supuso el punto de inflexión negativo para un equipo que ha encajado cuatro derrotas consecutivas en los últimos catorce días. Allí perdió 1-0, mismo resultado que obtuvo en Lugo el pasado martes. Entremedias, también sucumbió ante su rival –el UCAM Murcia–, aunque en esta ocasión el marcador final fue 0-1.
La oportunidad de sacarse todas las espinas en Zorrilla ante la SD Huesca se volvió en contra. De nada sirvió el gol inicial de Raúl de Tomás, ya que los oscenses lograron remontar para llevarse los puntos de Valladolid y dejar a los de Paco Herrera un poco más hundidos.
Sin duda, de todos los partidos perdidos, el más doloroso, por diferentes motivos, ha sido este último, ya que acabó desesperando a muchos jugadores blanquivioletas. Y es que la remontada y la actuación arbitral frustraron a los locales; sobre todo a Becerra, que terminó muy enfadado y se desahogó en zona mixta.