El Real Valladolid volvió a cortocircuitar sus acciones ofensivas entre la zona de creación y de finalización mientras Herrera sigue probando variantes en ataque

Insiste Paco Herrera en que si algo le está faltando a este Real Valladolid es la claridad de ideas en el frente de ataque. Y es una evidencia dado lo sucedido ante el UCAM Murcia: del control del partido, de los errores frente al guardameta rival, del engañoso sentimiento de oler el gol de la victoria y del batacazo de recibirlo cuando no hay tiempo para reaccionar.
El técnico pucelano sigue buscando las piezas que mejor conecten en tres cuartos y zona de finalización. Situó a Drazic de titular, en la posición de ‘9’ más puro, aunque no lo fuera porque no cumple con estas características. Confió de nuevo en José, al que le encomendó valerse desde la banda derecha para ejecutar diagonales y obrar como segundo delantero.
Apostó por un Míchel, en el que va depositando confianza y minutos, y quien se desenvolvió como interior. Y Jaime Mata repitió sus funciones de delantero que marea marcas: desde la izquierda, siempre busca el área y confundir a los defensores sin una posición clara.
Persiguiendo la sintonía para que suene gol, Herrera solo encontró desengaño. El UCAM Murcia, que comenzó con una presión alta diluida progresivamente, reforzó su medular con tres mediocentros que no facilitaron, desde luego, la proliferación de líneas de pase entre Álex López y Leão –también Míchel– y los tres delanteros.
Es, en este punto de la cancha donde el proceso ofensivo del Real Valladolid empezó a parpadear y a perder solidez, acostado sobre un déficit de consistencia que permitió a los universitarios ver más cerca el empate y menos extraordinarios el triunfo.
Quizá, las debilidades que aún acusa el conjunto castellano traslucieron más nítidas en un segundo tiempo en el que Herrera aportó un cambio de ruta hacia el gol: introdujo, primero, a Juan Villar en el extremo derecho, mientras que José se adelantaba al centro de la delantera; más tarde, a diez minutos del final, quitó a Mata para meter a Salvador. Diferentes rostros, distintas cualidades, pero el problema latente persistía como un dolor interno al que no se le encuentra origen ni localización.
El Real Valladolid, es verdad, tuvo las oportunidades para ganar. José pudo batir a Biel Ribas en varias acciones y Jaime Mata protagonizó la ocasión más clara. Pero no fueron más que solos de guitarra que se desvanecieron cuando Becerra cometió un error al intentar despejar un balón aéreo en el 91′ de partido.
Seguramente, a pesar de la fiebre, Herrera volvió a casa pensando en cómo llegar hacia el gol. En cómo encontrar facilidades para que los creadores de juego incorporen sus pases con más éxito hacia zonas delanteras.