El entrenador del Real Valladolid ‘olvida’ la pizarra cuando el equipo se asoma a los últimos treinta metros

Cinco semanas. Ese es el tiempo que se da Paco Herrera para terminar de armar un equipo atractivo, convincente y cercano al nivel que él proyectó en su cabeza cuando empezó la temporada. «Somos el quinto equipo más inexperto de la categoría», subrayó tras empatar contra el Rayo Vallecano, dejando así claro que la paciencia es la palabra que la afición debe abrazar en estas primeras jornadas.
«Este equipo pinta bien y dentro de poco cambiará y jugará un poco más bonito», lanzó en Vallecas para poner punto y final a su comparecencia. Mensajes, todos ellos, enfocados a un esperanzador futuro a corto plazo. Paco Herrera cree en lo que hace y sabe lo que hace. Además, demuestra tener fe en una plantilla entregada al método y a la causa.
Sin embargo, y mientras llega ese pico alto de rendimiento, forma y juego, el entrenador del Real Valladolid se atreve con una idea en la que la pizarra desaparece cuando el balón se aproxima a los últimos treinta metros. Hay rigor táctico, sí, pero nada que ver con la partida de ajedrez y los automatismos que anuncia el equipo a la hora de defender o correr hacia atrás.
Uno se da cuenta, con apenas dos partidos, que a Paco Herrera le gusta el desorden arriba. Entiende el ex de Las Palmas que tu anarquía en zona de ataque provoca que el rival no pueda seguir el guión establecido en las horas previas al encuentro.
No hay referencia ofensiva. No hay un ‘nueve’ que fije centrales, baje balones y juegue de espaldas para lanzar la llegada de una segunda línea. Todo lo contrario. El delantero cae a banda para que el eje de la zaga rival dude o tenga que abandonar zona. Los peones de tres cuartos intercambian posiciones con naturalidad en busca de un espacio que siempre acaba generándose por el pasillo central. Ese desorden permite, incluso, que Álex López aparezca de vez en cuando para terminar de desconectar el dispositivo defensivo del contrario.
Este Real Valladolid, que todavía está en pañales y sin ver con nitidez la futura etapa adulta, sí muestra que tiene un ‘Plan B’ convertido en plan principal para hacer llevadera su infancia.