El segundo partido del Real Valladolid aporta más focos de interés táctico que lo enriquecen: presión media, ataque sin referencias y transformación a defensa de cinco

El proceso del Real Valladolid de Paco Herrera por engrasar los mecanismos tácticos grupales y permitir que la espontaneidad individual aflore, sigue su curso.
De lo segundo, los pucelanos emiten intermitentes avisos, aún. Pero no es del todo esencial: lo apasionante al principio de una temporada es observar el empleo de distintas estrategias corales enfocadas en minimizar las virtudes del oponente a la vez que se adaptan a la idiosincrasia de cada jugador.
Y, en esa misión, siguen centrados los blanquivioletas. ¿Consiguió paralizar a un Rayo que todavía acarrea la etiqueta de la posesión como sino? ¿Cómo presionó ante el conjunto de Sandoval? ¿Por qué sigue Herrera escorando a Mata a la banda izquierda? ¿Qué lleva en el segundo tiempo al técnico catalán a robustecer el entramado defensivo con Álex Pérez?
El partido de los pucelanos puede desgranarse en dos: en cada tiempo. En la primera mitad, lucieron mejor fútbol y neutralizaron las opciones ofensivas de los franjirrojos. En la segunda, los locales, presionados por ganar en casa después de una derrota, se hicieron con el timón, y con la pelota, ante un Valladolid con un repliegue bajo, fiado a la espera y al contraataque.
Así presionó el Real Valladolid
Una razón por la que el Real Valladolid fue ligeramente superior al Rayo en los primeros 45’ se fundamenta en su colocación sobre el campo y su esfuerzo sin balón.
¿Cómo? A través de una presión media, con Mata en la izquierda, Jordán en el flanco diestro, Salvador en punta (muy móvil) y José de enlace, consiguieron, tapando líneas de pase, que la salida jugada de los madrileños fuera defectuosa y que Trashorras, Beltrán y Ebert no pudieran generar fútbol por dentro ni favorecer el exterior.
El objetivo de esta presión, a tenor de los movimientos inmediatamente posteriores al robo, es muy interesante: para recuperar y empezar de nuevo, más que para romper.
Esto se entiende como que la presión intermedia -solidaria, intensa-, más volcada en el lado de Jordán, buscaba, en primera instancia, volver a hacerse con el esférico e iniciar una transición ofensiva «no tan rápida» (aunque dispusieran de ataques directos con los que buscaron explotar la velocidad y descaro de José y Salvador).
En campo pucelano, el eléctrico Lass, al ver que no tenía opciones de superar a un muy serio Balbi, permutó a la banda izquierda por Embarba (a partir del min. 30) y se emparejó con Moyano. De este modo, el técnico rayista lanzaba un mensaje: “Sabemos que Lass es más veloz que Moyano e intentaremos atacar sus espaldas”.
Pero, si bien el Rayo mejoró en el plano ofensivo en el último cuarto de hora antes del descanso, Lass no logró imponerse a Moyano ni su equipo generó más por aquel costado (ocupado por Jordán, dotado de cualidades en recuperación).
En el segundo acto, esa presión se deterioró, fruto del paso de los minutos, del Rayo y de las sustituciones de ambos conjuntos, como la de Renzo Zambrano por Jordán. El Real Valladolid retrasó su repliegue y presionó más cerca de su área, esperando un robo más pase vertical hacia los atacantes.
Segundo partido de Mata en la banda izquierda
No fueron pocas las voces que tras el partido se preguntaban mientras descendían los escalones de la grada del estadio vallecano: “¿Por qué sigue Mata en banda izquierda? La realidad es que necesitamos un nueve goleador”. Hay varias teorías y una, por ahora, sola respuesta, que dio Herrera en rueda de prensa después de la victoria sobre el Oviedo. En esa ocasión, vinculó la posición del exariete del Girona a la capacidad de los centrales ovetenses de fijar a los delanteros: Herrera quería desposeerlos de referencias.
Cabe preguntarse, pues, si se debe a una respuesta a las cualidades del rival o esta posición tornará en tendencia/característica del cuadro pucelano llegue otro delantero o no. Con Mata en el sector zurdo, Amaya y Zé Castro no tuvieron un marcaje claro porque José y Salvador, en los pasillos interiores, fluctuaban de posición y se escurrían por todo el frente de tres cuartos.
Mata, en cambio, realizaba labores de robo sobre la salida del lateral Quini y, con balón, se perfilaba hacia la derecha para buscar disparo u asociación. Durante todo el encuentro destacó precisamente por escaparse de su marcador. De hecho, fue el blanquivioleta que tuvo las ocasiones –con permiso de Salvador- para dar otros tres puntos más a los suyos.
En el segundo periodo, sumidos en un bloque defensivo bajo, Mata fue el atacante más activo y el principal elemento de fe al que las transiciones ofensivas se aferraron. Fue capaz de estirar al Valladolid cuando este parecía sólo esperar el final.
Álex Pérez como solución ante un hipotético asedio
Foto: Alba Oliveros
Es aguda la reflexión del técnico pucelano para justificar el ingreso de Álex Pérez en el 80’, por segundo choque consecutivo: “Es como si hiciéramos cambios un poco hacia atrás. Esa es nuestra dificultad”.
El Real Valladolid pasó a jugar con tres centrales, con el ánimo de anular el juego aéreo que empezaba a desplegar el Rayo, máxime con la entrada de Manucho y espoleado por el buen rendimiento de Álex Moreno desde el lado izquierdo (entró en el segundo tiempo).
Los franjirrojos buscaron con ansia los ataques laterales para que rematara Guerra o Manucho, pero la defensa de cinco supo bloquearlos y aguantar para amarrar un punto fuera de casa que puede adquirir valor si el Real Valladolid derrota al Girona, otro rival directo, en la siguiente prueba. Una prueba donde seguirán apareciendo conceptos, variaciones, rasgos del Pucela de Paco Herrera.