La buena actuación del venezolano invita a pensar en su continuidad en el equipo un año después de que llegara al Real Valladolid con unas expectativas altas

Hace algo más de un año, Renzo Zambrano desembarcó en Valladolid. Reflejaba timidez la expresión de sus ojos. Su sonrisa, eterna, alegría por emprender una nueva aventura que suscitaba una cantidad importante de miradas a su alrededor, dado que fue incluso presentado, algo que no suele pasar con jugadores que llegan al filial.
Venía para estar cerca del primer equipo y por ello hizo la pretemporada con él, pero, comenzado el curso, nunca más se supo… o sí. Se supo que no destacó en sus comienzos con el Promesas, penalizado por el incremento de ritmo con respecto a Venezuela y por su posición en el campo, que le obligaba a tener más peso del debido en labores defensivas.
Dado que con él en el doble pivote el Real Valladolid B carecía de equilibrio alguno, llegó a resultar incomprensible su acumulación de minutos hasta que Borja Jiménez dio con la tecla: iba a lucir más actuando como interior, más liberado para descolgarse y no tan obligado a participar en la primera fase del juego. Introducido un tercer hombre, dicho y hecho.
Aunque vira hacia el medio, porque su juego se desarrolla mejor lejos de la cal, aportó otro tipo de sacrificio en esa nueva posición. Y además, el hecho de jugar unos metros por delante le liberó y se comenzó a ver a aquel Renzo que debió ver Domingo Catoira antes de que fuera fichado. Beneficiado también por la buena dinámica grupal, creció y la discusión sobre si debía ser titular o no decreció casi hasta acallarse.
Concluyó la temporada lejos de lo imaginado, pero más cerca del punto en el que comenzó. Aunque fuera un proceso lento y costoso, terminó más o menos aclimatado y adaptado al fútbol español. Como a otros tantos, le faltaba dar algún que otro paso para aspirar a más, pero entonces arribó en la capital del Pisuerga Paco Herrera y de algún modo se enamoró de él.
Pudo sorprender a los asiduos a Los Anexos la firmeza en la apuesta por el ‘vinotinto’, pero lo cierto es que se ha ido ganando la confianza que derivó en su debut ante el Real Oviedo. Cuajó una gran preparación y mostró aptitudes y actitudes que concuerdan con lo que el nuevo técnico reclama para el Real Valladolid hasta el punto de ser titular en el estreno liguero. Y su actuación fue tal que no sería de extrañar que tuviera continuidad.
El ejemplo de Villanueva
En su país natal no pierden ojo a las evoluciones de Zambrano. Cuando dio el salto a Europa lo hizo siendo una firme promesa del balompié patrio y junto a Mikel Villanueva, que sonó también para el Real Valladolid y que acabó en el filial del Málaga. Pese a ello, pese a competir en Tercera, el defensor central fue convocado para la Copa América del Centenario, al contrario que un Renzo del que no se han olvidado.
Son frecuentes los contactos de periodistas venezolanos con este portal a través de redes sociales buscando referencias sobre su compatriota. En una de las últimas, Leonardo Garcés, integrante del portal Órbita Vinotinto, explicaba que el actual cuerpo técnico de la selección trabajó con él en Deportivo Lara y «aprecia mucho» al blanquivioleta, por lo que, cree, «pronto será tomado en cuenta».
Para que esto pase, claro, deberá seguir mostrando el buen rendimiento de su debut. Tomar el ejemplo de Villanueva, quien ha dado el salto al primer equipo del Málaga CF e incluso parece haber suscitado interés del Athletic Club de Bilbao, debido a sus ancestros vascos. Como Juanpi o Rosales, también integrantes del conjunto blanquiazul, u otros como Peñaranda, tiene la ocasión de formar parte de la regeneración de su selección. Eso sí: primero ha de seguir enamorando a Paco Herrera y creciendo en Zorrilla.