El Real Valladolid se impone por un gol a dos al Paços de Ferreira en el amistoso que cerraba la concentración en el país vecino

El Real Valladolid se impuso por un gol a dos al Paços de Ferreira en el partido que cerraba la concentración en Portugal. Después de que Iban Salvador adelantara a los blanquivioletas en la primera mitad con un zurdazo inapelable ante el cual nada pudo hacer el guardameta luso, los portugueses empataron desde el punto de penalti, pero Mata, sobre la bocina, hizo justicia.
Al margen del resultado, que no da puntos a estas alturas, lo mejor del partido es que se siguen dando pasos adelante y otra vez los de Paco Herrera dieron buenas sensaciones, sobre todo con el primero de los dos onces. Con el titular, los vallisoletanos dominaron sin muchos problemas, no sufrieron atrás y generaron sensación de peligro.
La máxima de este conjunto parece ser tener el balón para que no lo tenga tu rival, entregado a la evidencia de que se juega solo con uno y si lo tienes tú, y él no, tú puedes marcar y él no. Por eso lo protege y lo cuida, lo tiene en fase defensiva o inicial, no se impacienta y a través de la movilidad trata de alterar el orden enemigo para dirigirlo arriba, ya sea mediante pase o conducción.
En el Paços encontraron un rival distinto al Pontevedra CF, con una presión más alta, pero no más intensa. Esto obligó a sacar el cuero más rápido o, incluso, en segunda altura y hacia los laterales. Sin embargo, igual que ante los granates, los blanquivioletas dominaron la posesión con claridad meridiana. Al contrario que en Pasarón, fue André Leão el mediocentro más ‘tapón’, mientras que Zambrano y Jordán atraían o fijaban para que Álex López lo fuera todo.
El catalán fue más interior. El venezolano, más falso extremo; parecía ser siempre más largo que su compañero. Y Álex López, vértice superior del rombo, se movía y alteraba el cuadrilátero. Así, fue apoyo en la primera fase, a veces cabecero incluso, mandó y lo quiso todo para sí, y si no llegó más lejos fue porque todavía no está fino de forma. En todo caso, es fácil adivinarlo pilar fundamental.
Pasado el ecuador del primer periodo, Moyano rompió por su costado y se asoció con Juan Villar, que no acertó con la puerta. Más tarde sería Iban Salvador, siempre hiperactivo, quien rondaría el gol, que cuando llegó lo hizo gracias a su zurda. En el minuto 43, como en Pasarón, puso el cero a uno con un disparo rotundo y dirigido a la escuadra que permitía llegar en franquía al descanso.
Los portugueses persiguieron a los visitantes sin llegar a inquietar, porque como no tenían el balón… Aun así, elevaron la exigencia por aquello de que se trata de un equipo de la máxima categoría lusa y porque esa persecución era en el 105×68, y no solo en la mitad del terreno como había sucedido días atrás. Cuestión de estilos.
En el comienzo de la segunda mitad se acentuó la sensación de peligro generada por los vallisoletanos, merced a las nuevas intentonas de Iban Salvador y de Villar. El Paços de Ferreira inquietó solo a balón parado mientras los titulares (más Sergio Marcos, que había entrado por Renzo en el descanso) tocaban, tocaban y tocaban y buscaban su portería. Esta tónica cambió con el carrusel de cambios, ya que otra vez la segunda unidad sufrió para mantener el resultado.
Los lusitanos se acercaron más y con más peligro, pero también es cierto que los incorporados, aunque partidos, dispusieron de varias ocasiones para marcar, en las botas de Sergio Marcos, Mata y Caye Quintana. Merced a un penalti de Luismi a falta de unos cinco minutos para el final, Cristian devolvió las tablas al marcador, sin que los suyos lo merecieran.
Pero antes de que el choque tocara a su fin, Ángel profundizó por la izquierda y puso un centro hacia Mata, que marcó el uno a dos definitivo, que permite cerrar la concentración en Portugal con triunfo. Aunque, decíamos, más importantes son las sensaciones, y estas vienen siendo buenas, a tenor de lo visto en los tres amistosos del stage.
Después de verse sometidos a una importante carga de trabajo en estos días de estancia en el país vecino, Paco Herrera ha dado a sus pupilos descanso hasta el sábado. Visto lo visto, y aunque todavía queda todo el camino por recorrer, merecido.