El capitán del Real Valladolid no tuvo ninguna temporada fácil, pero siempre acababa sobreponiéndose a sus compañeros y jugando de forma habitual
«El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros».
Así empieza la famosa novela de García Márquez ‘Crónica de una muerte anunciada’, que tan bien podría aplicarse a Álvaro Rubio. Y es que bajo un calor propio del agosto vallisoletano y con el equipo a 400 kilómetros de distancia, Rubio fue feliz durante unos segundos recordando su pasado con la blanquivioleta, pero se sintió triste al encarar un futuro lejos del Pisuerga.
Y efectivamente, la marcha de Rubio llevaba mucho tiempo anunciada, pero no por ello deja de ser dolorosa. Hay que recordar que abandona el club como el octavo jugador con más partidos en los más de ochenta años de la institución. Durante sus diez temporadas como blanquivioleta, Álvaro Rubio no lo tuvo nunca fácil; empezó cayendo mal a un gran sector de la afición, luego los fichajes le pusieron complicado jugar, pero al final, el ’18’ siempre estaba ahí.
En su primera temporada, el riojano empezó con mal pie pues recibió el mote de ‘sobrinillo’ debido a su relación con Mendilibar. Indiscutible en su primera campaña, también fue criticado por «solo saber pasar para atrás», pero eso no afectó para que Mendi le diese todos los galones en el centro del campo.
Con el ‘ascenso formando parte del ‘Real Valladolid de los records’ conseguido en su primer año, Rubio volvió a jugar en Primera apenas dos años más tarde de su última experiencia en la categoría reina. Y si en la temporada 2006/07 fue clave, en la vuelta del Pucela a Primera, Rubio fue indispensable. Jugó 37 partidos y fue su año más goleador, con tres tantos. Esta temporada y la siguiente fue insustituible en el centro del campo, pero en la 2009/10 fue presa de las lesiones y el Pucela lo notó. Jugó dieciséis partidos y el equipo descendió.
Para cuando el equipo descendió, Álvaro Rubio ya no era cuestionado por nadie. Era el alma del centro del campo del Pucela y más cuando Borja Fernández decidió salir del club para mantenerse en Primera. Recuperado de la lumbalgia que le impidió jugar el último tramo de la pasada campaña.
Rubio no fue tan importante como venía siéndolo en las temporadas 2010/11 y 2011/12, principalmente por la llegada de otros jugadores como Victor Pérez o Nafti que quitaron algo de protagonismo a un riojano que empezaba a hacerse mayor. En la segunda de estas dos campañas, el Pucela volvió a primera de la mano de Djukic y Rubio, con 32 años ya, vivía su segundo ascenso en Zorrilla
La vuelta a la élite trajo al mediocentro logroñés de vuelta a la titularidad de forma convincente. 35 partidos jugados ese año así lo avalan. Una temporada en la que en algunos momentos de la temporada los más ilusos llegaron a pensar en luchar por Europa, algo que por mala suerte para Rubio, nunca hizo, aunque por calidad no fue.
El ascensor albivioleta volvió a descender a Segunda un año más tarde en una temporada en la que AR18 empezó como titular y aunque luego aparecieron Victor Pérez, Sastre e incluso Fausto Rossi, el veterano centrocampista no se arredró y disputó 31 partidos.
De vuelta a Segunda volvemos al pasado reciente del Club. Los dos últimos años han sido difíciles para el capitán que no terminaba de encajar en los planes de los últimos técnicos. Rubi apostó por un pivote fuerte y más joven con la pareja formada por Timor y Leão, al igual que hizo al comienzo de esta temporada Gaizka Garitano, algo que Miguel Ángel Portugal y Alberto López cambiaron para dar la alternativa al 18 y poder, así, salvar al equipo del descenso a Segunda B y muy probablemente de su desaparición.
Terminó contrato el riojano al final de esta nefasta temporada y nadie sabía lo que podía pasar con el futuro del capitán. El presidente, Carlos Suarez, aseguró que si Rubio quería seguir, seguiría, pero el propio Álvaro ha preferido no ser una carga para el club al saber que no cuenta para Paco Herrera.
Sin cuestionar a Paco Herrera; Álvaro Rubio, siempre en mi equipo.