Viendo los movimientos del mercado, se espera del equipo de Paco Herrera una superpoblación del campo rival en busca del dominio territorial y del esférico

Cuando Paco Herrera firmó por el Real Valladolid, en el pertinente análisis realizado en este portal se afirmó que en su trayectoria se había resuelto el balón como un elemento prioritario sobre el dibujo. Aunque apenas se han podido ver retazos, debido a que su equipo tan solo ha jugado dos partidos, el solo hecho de que se esté apostando en el mercado por sobrecargar el plantel de mediocentros –tiene seis, hasta el momento, más Anuar– invita a pensar que será el suyo un Real Valladolid de centrocampistas.
En el pasado, utilizó un mediocentro posicional/defensivo –que vendría a ser Luismi, Anuar o incluso Jordán– junto a uno o varios de un corte más creativo/ofensivo. Llegados a este punto, la duda está en el número, aunque la declaración de intenciones indica que serán múltiples.
A falta de definir la disposición sobre el tapiz, como ya hemos dicho, menos importante que la idea, esta pasa por acumular jugadores en zonas interiores que generen superioridades en campo rival. A partir de aquí, serán importantes las sinergias; la capacidad de enlazar que estos futbolistas desarrollen.
Echando la vista atrás, pensando en lo que fueron los equipos de Paco Herrera en el pasado, es fácil imaginar a un equipo que quiera el balón y que en estático lo trate con mimo. La importancia que da el técnico catalán a la posesión lleva a pensar en un Real Valladolid (que intentará ser) protagonista, aunque ese mismo pasado hace pensar que esta posesión será orientada hacia adelante, lo menos plana posible.
Para ello mimbres hay; futbolistas capaces de conducir y encarar, de batir y romper líneas. El único ‘nueve’ confirmado, Mata, tiene por costumbre relacionarse con sus compañeros de ataque. Otros como Iban Salvador, José o Juan Villar tienen esta capacidad de mezclar con el próximo y de convertirse en alejado a través de un desmarque de ruptura a la espalda del defensor rival.
Juego con interiores
Pocas conclusiones pueden extraerse a estas alturas de la preparación. Sin embargo, se deduce de lo visto en los primeros amistosos y de las palabras del entrenador en Radio Marca Valladolid que «la pelota es lo que importa», y por lo tanto se cuidará, y que será importante la aportación en el plano goleador de jugadores de segunda línea que se incorporen.
En este sentido, el técnico citó los casos de Joan Jordán y Álex López, cuya figura se espera que sea fundamental en sus esquemas. En función de su posición, se puede esperar que el dibujo sea líquido y permute.
Al 4-4-2 y al 4-3-3 ya vistos se les pueden sumar como posibilidades un 4-2-3-1 o un 4-1-4-1, todos ellos (salvo el último, con matices) parte del historial táctico de Paco Herrera. Lo que parece claro es que la figura del interior (entendido como llegador) existirá en todo caso, vistas sus intenciones, puesto que incluso en el primer dibujo, con dos delanteros, no sería nada descabellado que una de las bandas estuviera ocupada por un mediocentro haciendo esas veces o que incluso las características del atacante más puro fueran las de un llegador/jugador de tres cuartos como podría ser, por ejemplo, el propio Álex López.
Así, en un 4-4-2 los centrocampistas podrían ser tres, los dos pivotes y el añadido, o hasta cuatro, si optara por un rombo por lo menos asimétrico, como a veces hizo en el Real Zaragoza o en la UD Las Palmas, lugares en los que uno de los vértices laterales podía llegar a ser un extremo puro, mientras que el otro mostraba esa querencia interior.
Con todo, el desempeño de estos mediocentros y/o interiores se antoja fundamental por la importancia que les otorgará Herrera en la ejecución/finalización, no solo en la construcción del juego propio y en la destrucción del juego rival. En tanto en cuanto una gran parte de la producción ofensiva (goles) pasará por sus botas, serán indispensables. De ahí el número y de ahí la variedad.