El mediocentro formado en la UD Sur da el salto al Real Valladolid después de una buena campaña en lo personal, pese al descenso de su equipo

Cuando una temporada culmina en descenso, no se puede hablar de ella de otra manera que no sea, como poco, como decepción. Incluso cuando eres un club humilde de barrio como es la Unión Deportiva Sur. Sin embargo, en el plano individual puede darse la circunstancia de que el rendimiento esté por encima del colectivo y que algún jugador se abra paso; que alguien dé un salto a pesar de esa decepción.
Máximo Casares, más conocido como Maxi, es uno de esos casos. A pesar del descenso a Liga Nacional de su equipo, seguramente merecido por los deméritos mostrados en no pocos momentos, lo hizo lo suficientemente bien vestido de encarnado como para ganarse su fichaje por el Real Valladolid de División de Honor, con el cual comienza a ejercitarse este jueves.
El menudo centrocampista vallisoletano, formado en el modesto club de La Rubia, se suma a Michael Villajos y Juan Pajín como exjugadores de la UD Sur que han dado el salto a estructuras profesionales, después de que el primero firmara por el primer juvenil del Getafe CF y el segundo hiciera lo propio por el del CD Numancia.
Pese a su inexperiencia en la categoría y a su ligereza física, Maxi destacó a las órdenes de Mario Prieto. Fue un tanto irregular, pero está por ver si esta cuestión fue debida al contexto o a que a su fútbol le falta consistencia. En todo caso, se erigió como un mediocentro apto para competir en División de Honor, aunque más bregador con el paso de los partidos –sin ser jamás un especialista; es pequeño y no es un gran atleta–, destacó sobre todo en el aspecto combinativo.
El mejor fútbol de los rojillos vino de su sociedad con Emi, quien se ha ido con Prieto al Villamuriel de Tercera División después de acabar su etapa formativa. Sin embargo, no fue todo lo fructífera que debiera en cuanto a resultados, por más que estéticamente fuera digna de ver y con el transcurso de la temporada pareció diluirse, o por lo menos quedar oculta por el mejor desempeño de los rivales.
Maxi era el pegamento entre la mitad trasera del equipo y la magia de Emi y el gol de Michael. Un jugador que, pese a la disolución grupal, siempre mostró carisma y personalidad, aunque el fútbol no siempre le acompañara. Aunque podía (y puede) jugar en la mediapunta, alcanzó su mejor versión en el doble pivote; eso sí, a poder ser liberado de una gran carga defensiva.
Se asocia bien y dibuja líneas de pase, que suceden a su conducción en distancias cortas con el exterior. Y si bien es cierto que marcó varios goles, no es un llegador en sentido estricto, sino más bien un organizador, ya sea como pivote o adelantado, como mediapunta pero mezclado con la media.
Lo que es, indudablemente, es un chico de Valladolid, de la casa. Uno de esos que pueden generar polémica, porque hay a quien no le gusta que el pez grande se coma al más chico, aun siendo ley de vida, pero que no podía dejar de ser incorporado a la estructura del Pucela. Dados su rendimiento y su crecimiento en estos últimos años, merecía la oportunidad, el premio a su buen hacer.
Su posición de partida está bastante poblada, con jugadores como Abel Conejo o Cisneros, e incluso contará con competidores como Pablito o Mito para ocupar la mediapunta, pero igualmente tiene cabida –quizá sobre todo– debido a la presencia del salmantino en el Real Valladolid Promesas, más aún cuando se prevé una potenciación del juego interior, ante la falta de demasiados jugadores de perfil exterior en la plantilla que dirigirá Paco de la Fuente.
Concedido el premio –que no regalo–, en todo caso, tiempo habrá para dar marcha atrás si es que no cuaja o no cuenta con minutos suficientes. Sean más o menos cuantiosos, los tendrá si continúa con el despliegue de calidad y personalidad que mostró la temporada pasada en su primer año en la categoría.