En lo que va de temporada, los suplentes del Real Valladolid apenas han tenido incidencia en el resultado final de los partidos
Si hay algo de lo que todo equipo debería presumir es, sin duda, el banquillo. Que el mayor dilema de un entrenador sea decidir cada semana a quién deja fuera del once titular es sinónimo de la calidad de los jugadores que integran ese conjunto.
Ya lo dijo Carlos Suárez hace un par de días: en el Real Valladolid la calidad no es un problema. No se puede quejar el Pucela de su banquillo, que cuenta con hombres capaces de cambiar un partido en apenas un instante. El problema de los blanquivioletas va más allá de la falta o no de aptitudes. Es, más bien, un problema de actitud y eficacia sobre el césped.
Guzmán, el suplente más rentable
Foto: El Norte de Castilla
En lo que llevamos de temporada más de veinte jugadores han saltado al campo, al menos una vez, desde el banquillo. Más allá de las meras rotaciones, en el fondo está un problema que lleva afectando al equipo desde la primera jornada. El no dar con la tecla en cuanto a nombres se refiere lleva implícito que el Pucela no tenga un estilo de juego claro.
Aun así, parece que hay ciertos nombres que se repiten más que otros cuando cada fin de semana se anuncian los cambios realizados en el transcurso del correspondiente partido. Nombres entre los que se echa de menos mayor presencia del filial, pues tan solo Caye Quintana y José han sido elegidos en alguna ocasión como revulsivos.
Entre los jugadores que más veces saltan al campo se encuentran hombres como Guzmán, Diego Rubio, Tiba, Rodri, Álvaro Rubio o Mojica. Revulsivos que rara vez son determinantes a la hora de cambiar el curso de un partido; quizás, una vez más, por la falta de una idea clara de juego.
De todos ellos, el que más veces ha saltado al césped desde el banquillo es Guzmán. El delantero –que tan solo ha disputado los noventa minutos en una ocasión– es, además, el hombre más rentable en lo referente a acierto de cara el gol. Ha anotado los tres tantos que lleva esta temporada siendo suplente, llegando a salvar algún que otro punto.
Otro que, a pesar de no tener muchos goles en su casillero, es de los más eficaces cuando salta desde el banquillo es Mojica. El colombiano ha actuado como revulsivo en más de un partido que se le ponía demasiado cuesta arriba al Pucela, siendo clave en el rescate de puntos.
Por su parte, el resto de jugadores que acostumbran a sustituir a sus compañeros no terminan de tener un papel determinante; siendo, por consecuencia, difícil de calificar como auténticos revulsivos. Algunos de estos hombres, como Álvaro Rubio, Tiba o Diego Rubio, han sido importantes en momentos puntuales de la temporada aunque sin llegar a ser, en ningún caso, una auténtica revolución para su equipo.
Los reyes de las remontadas incompletas
Como consecuencia de la falta de revulsivos en la plantilla, el Real Valladolid ha perdido demasiadas oportunidades para alzarse con la victoria tras darle la vuelta a un marcador adverso. Hasta en nueve ocasiones, tres de ellas sin éxito, han conseguido el empate tras empezar perdiendo –aunque ninguna se ha saldado con la consecución de los tres puntos–.
El choque en el que el Pucela ha tenido más cerca culminar la remontada fue el partido de ida en el José Zorrilla contra el Real Oviedo. En sendas ocasiones consiguieron los de Garitano devolver las tablas iniciales al marcador, aunque un tiro de falta de Susaeta en la recta final del partido hizo añicos las posibilidades blanquivioletas.
También rozó la gloria el Pucela contra el Alavés, al que consiguió remontar el tanto inicial antes de que los vascos terminaran por llevarse los tres puntos del feudo vallisoletano.
A pesar de todo, los blanquivioletas han conseguido rescatar un punto en algunos partidos que se complicaron antes de tiempo; aunque casi siempre ha sido gracias a alguno de los hombres que ya estaba en el campo. Ha sido el caso de los encuentros contra el Almería, Elche, Numancia y Nástic; todos ellos con un denominador común: alguno de los titulares fue el encargado de que las tablas volviesen al marcador.
Solo en dos ocasiones pudo presumir el Valladolid de contar con revulsivos capaces de rescatar algún punto. La primera de ellas fue contra el Lugo, cuando Guzmán anotó de penalti el tanto que a la postre supondría el empate final.
Hace tan solo dos jornadas, el Pucela volvía a repetir lo sucedido en tierras gallegas. Villar consiguió el gol del empate contra el Almería en el minuto 89 y tras saltar desde el banquillo, sumando así un punto más al casillero blanquivioleta.
Seis puntos son, por lo tanto, el botín conseguido por el Pucela en todos sus intentos de remontada. Demasiadas ocasiones en la que, tras hacer lo más difícil, el equipo se diluye y no termina de conseguir sacar los tres puntos. Una utopía que en parte se debe a una segunda unidad que, salvo honrosas excepciones, cada vez tiene una presencia más testimonial.