La permanencia del Real Valladolid Promesas y la actual situación del primer equipo provoca que parte de la afición pida que se apueste por jugadores del filial, incluso en el corto plazo. Sin embargo, hacerlo no es tan fácil

Existe una corriente de opinión, cada vez más creciente, que apunta hacia el Real Valladolid Promesas, sino como salvación a los males del primer equipo, al menos sí como paliativo. Dado que el filial ya está salvado de manera virtual y casi matemática, y que los pupilos de Miguel Ángel Portugal, si no encadenan, por lo menos sí cosechan continuas decepciones, hay quien apunta hacia abajo como método para dar un giro a la situación.
Podría ser una alternativa (honestamente, parece más difícil que sea una solución), pero a día de hoy estos anhelos no son más que parte de una tensa espera que afecta al futuro de los mismos jugadores con cierto potencial para disponer de espacio en el primer equipo y que guarda relación con la misma que indica que la temporada todavía se puede salvar. Y es que, sin desmerecer a los que darían el salto, la apuesta, ahora, quizá sería a destiempo, o por lo menos indicativo de que se está tirando la temporada.
Aunque el rendimiento global es bueno –así lo prueban cuatro victorias en las últimas cuatro jornadas– y el individual de varias de las piezas del filial también, imaginárselos en otro contexto parece complicado por diversos motivos. Uno de ellos es que el Real Valladolid se encuentra a solo cuatro puntos de la promoción de ascenso; tan cerca, tan lejos. Las sensaciones no son buenas, pero incluso aunque resulte casi una quimera confiar, a estas alturas de la temporada, fútbol es fútbol, que decía Boskov, y lo cierto es que todavía se puede producir un golpe de fortuna que enderece la nave.
A eso se agarrarán, sin duda alguna, quienes la comandan. No solo ellos, también los jugadores. Su discurso parece agotado, porque los resultados difieren de sus palabras, pero la primera plantilla querrá seguir intentándolo, independientemente de cuál sea el grado de fe general. No hacerlo, arrojar ya la toalla, cuando efectivamente las matemáticas dicen que aún es posible, abocaría a unas últimas jornadas cuanto menos tristes.
Del mismo modo, para hacer hueco a los canteranos habría que señalar a otros, lo que inevitablemente afectaría a la dinámica del grupo y el ambiente del vestuario. Como otros muchos entrenadores, Miguel Ángel Portugal no parece favorable a hacer cambios en este sentido; en alguna ocasión ha demostrado que mantener una atmósfera cuidada entre sus profesionales está por encima de dar (merecidos) premios a «otros».
Amparándose en este intento de mantener la estabilidad, en su día dio entrada a Rodri antes que a Anuar –que había estado calentando– con el partido resuelto ante el Llagostera. Cierto es, también pensaba entonces (eso dijo) en la necesidad del filial. Ahora, menos necesitado, podría darse un escenario diferente… si vuelve a haber otra plaga de lesiones. Sin bajas, dado que el plantel es amplio, con todo lo anterior, es difícil imaginarse a nadie del Promesas siendo protagonista, salvo que se tire la toalla o el equipo caiga definitivamente a la lona.
Cuánto y quiénes podrían sumar
No obstante, puestos a imaginar algo así, lo suyo sería tratar de evitar la demagogia. No debería ser cantera por cantera. Sin más. Y sin saber. Es loable querer que suban canteranos, pero más saber quiénes podrían hacerlo, dado su nivel reciente, y qué es lo que podrían aportar.
El primer nombre que viene a la mente es el de José. Máximo goleador en el filial, ‘sacapuntos’ y clave en la obtención de las 44 unidades con las que cuenta el Promesas, está para ser ‘soltado’ con el primer equipo. Con este, apenas cuantifica un puñado de minutos, pero el nivel de juego que muestra cada fin de semana es de otra categoría.
Dinámico, hábil en conducción, veloz y potente en la arrancada, técnico, con gol… Aunque suene a exageración, sus virtudes son muchas. Durante este curso ha explotado y, sin duda, sumaría en un puesto, el de mediapunta, huérfano sin Óscar y Alfaro, o incluso en banda.
La frescura que en ocasiones falta a los de Portugal en esa zona de tres cuartos podría aportarla él, bien por un costado o por el centro, siempre, a poder ser, llegando en segunda línea, pues con metros por delante es como más luce. Por esto, puede decirse que se amoldaría (o se amolda) a la perfección a lo que, teniendo en cuenta las características del ataque blanquivioleta, sería su entorno.
En unas condiciones semejantes podría aparecer Toni, quien después de un gran arranque de temporada ha sufrido diversos altibajos durante la misma, y sin embargo, es una de las piezas más destacadas y valoradas dentro del filial. Móvil, estruendoso por cómo agita la defensa rival, penetra en esta con el balón pegado al pie, lo que hace que sea extremadamente difícil defenderle. Lleva dos años siendo de lo mejorcito del filial, pero hasta ahora no le ha servido de mucho.
Si José lo tiene difícil, por la competencia que hay en su puesto, más aún es lo es para él, más acostumbrado a día de hoy a jugar en banda. El actual puesto de Mojica podría ser el suyo, si bien, además del cafetero, está Guzmán. Por dentro, el actual dibujo y el mejor momento de José le resta posibilidades, no solo protagonismo.
Como ya se ha comentado, Anuar no tuvo la ocasión de debutar en liga en un escenario que parecía propicio, con un resultado favorable y con bajas en mediocampo. En todo caso, si Portugal tuviera a bien, podría aportar garra y físico en la parcela ancha (pese a su apariencia), una salida cada vez más depurada y algo que no es baladí, identificación, pues aun siendo ceutí siente los colores del Real Valladolid como muy pocos.
Dado que el único especialista defensivo en esta zona es Borja, y si bien ha venido «para esto» solo firmó hasta el treinta de junio, fecha en la que expira también la vinculación de Álvaro Rubio. Los 35 años del gallego y los 37 del riojano pueden desaconsejar su continuidad en un medio-largo plazo frente a los 21 años de ‘Anu’ y los 22 de Jorge Juliá.
El valenciano está siendo la más grata sorpresa de esta segunda mitad de la temporada. Su rigor táctico y su capacidad de sacrificio han justificado con creces el cambio por un Dani Espinar que defraudó en su año y medio en Los Anexos. Tiene jerarquía y personalidad y dota del tan manido equilibrio al mediocampo del filial. Por condiciones físicas y mentales, sobre el papel, podría ser perfectamente una apuesta de futuro, sólida, madura, ambiciosa y barata si tal y como parece el Real Valladolid milita un año más en Segunda.
El mismo realismo anterior ha de aplicarse a los casos de los laterales, Ángel y Arroyo. El suyo es un puesto doblado en el primer equipo, aunque durante un tiempo el del primero no lo fue. Lo que jugó rindió bien, o cuanto menos en la misma tónica que el bloque. Sin embargo, la falta de confianza y las lesiones le han venido lastrando durante el curso. El segundo, mientras tanto, ha pasado también por diversos problemas físicos, pero en condiciones es un lateral más que correcto, de toque y recorrido, y un central aseado, con buena salida de balón y correcto en el juego aéreo. Y así se podría continuar explicando algún caso más, como el de Julio o el de Caye Quintana, aunque, por contexto estos son casi una quimera.
Con independencia de lo que suceda de aquí a final de temporada con todos estos, que todavía haya un resquicio que lleva a la confianza provoca inseguridad en el futuro de alguno de los citados. La espera, una vez se han salvado casi de manera matemática, es tensa porque no saben qué pasará con ellos en adelante; si seguirán vistiendo de blanquivioleta, o como seguramente pasará en algún caso, tendrán que buscarse fuera la confianza negada en Zorrilla con la intención de intentar de seguir evolucionando y medrando en sus carreras deportivas.
Cabe recordar, esto ya pasó de cara al presente año con jugadores como Ayub y Brian, llamados a sumar, y con quienes no se alcanzó un acuerdo para renovar. A menos que se produzca un milagro en forma de ascenso, se prevé que el próximo curso el presupuesto del filial se vea todavía más reducido. Y, a día de hoy, la dirección deportiva del Real Valladolid baraja ‘solo’ contar con dos o tres de los jugadores anteriores como parte del futuro plantel del primer equipo.