El guardameta vallisoletano, todavía en edad cadete, quema una etapa más y se entrena a las órdenes de Miguel Ángel Portugal, forzado por las bajas de Kepa y Varela y los partidos del Real Valladolid Promesas y del División de Honor

Cuando Diego Altube nació, un veintidós de febrero del 2000, Álvaro Rubio ya estaba allí, en la Segunda División. El riojano debutó en la categoría un veintinueve de agosto, concretamente el de 1999. Separados por algo menos de veintiún años, hoy, Jueves Santo, ambos comparten vestidor.
Y es que a sus dieciséis años, el portero, todavía cadete, se ejercita hoy a las órdenes de Miguel Ángel Portugal. El hecho, casi anecdótico, viene provocado por las bajas en la sesión de entrenamiento de Kepa y Varela, los dos cancerberos del primer equipo, y por los partidos del Real Valladolid Promesas y del División de Honor juvenil, aunque no por ello es menos meritorio, dada su insultante juventud.
De este modo, Altube, una de las más firmes promesas de la cantera blanquivioleta, quema una etapa más, que podrá sumar ya a su primera citación con la selección española sub 16 o con su debut una categoría por encima de la que le es natural, una Liga Nacional juvenil con la que ha jugado los últimos tres encuentros y en la que se espera que prosiga su desarrollo de aquí a final de temporada. Con todo, no es el único meta de la estructura que ha entrenado con el primer equipo, pero sí el más joven.
Además de Julio y Dani Hernández, cancerberos del filial, en algunos momentos de la campaña lo hizo el juvenil Willy, ya fuera del club por razones de indisciplina, o lo han hecho Sergio y David, habituales en el División de Honor de Paco de la Fuente. Pero ha habido, y hay, otra cara desconocida para el gran público, la de Alberto Martínez.
Hijo del preparador de porteros de la cantera, Juan Carlos Martínez, juega en el Villamuriel palentino, de la Tercera División, y está empezando a ser un habitual en estos ejercicios, por el déficit de guardamallas existente en la estructura y porque su actividad permite liberar bien a Julio o bien a Dani Hernández para que trabaje con el Promesas, que, como el primer equipo se encuentra en un momento clave del curso.
Volviendo a Diego Altube, aunque la novedad y la oportunidad vienen de la mano de una necesidad acuciante, más que de su desarrollo natural, no es motivo para hacerle de menos, puesto que sus condiciones trabajadas y por trabajar, y su enorme potencial, invitan al optimismo. Así, dadas las circunstancias, las actuales y quizá (y ojalá) las futuras, lo que hoy es anécdota quizá un día sea norma.