El CD Victoria ha confiado en Santos García, una institución en el futfem de la provincia, para retomar la sección que un día fue orgullo del club

No sin razón, hay quien pregunta a Santos García si sabe dónde se está metiendo. Ha pasado un año en blanco, que no sabático, pero el fútbol le llama; el femenino. Parecía retirado, después de abandonar el CD Parquesol, pero nada más lejos: ha dedicado esta temporada a la observación, hasta que otra vez le llamó la pelotita.
Después de varios contactos con otros clubes, se decidió por volver de la mano del CD Victoria, con quien ha proyectado recuperar la sección femenina de la entidad verde con varios equipos y desde la base. Y es que el futfem le ha dado tanto… tanto que, reconoce, le salvó «de una muy gorda», tras perder su empleo y después del fallecimiento de su padre.
Pesaron los años, y de ahí este año de descanso, «por lo menos de kilómetros», dice él mismo. Y lo reconoce: «He visto mucho fútbol, y doy gracias, porque antes no podía hacerlo; me sentía responsable de tener que estar con las chicas, por lo que pudiera pasar». «No pensaba hacer nada, pero estaba viendo lo que hay abajo y me decidí. Se lo dije a mi mujer y me respondió, ‘si es que no puedes parar, haz lo que quieras'». Y eso ha hecho.
En este jardín, dicho siempre en el buen sentido, se mete por eso, por las chicas, pues, sobra decirlo, no se dedica profesionalmente a ello. Se ha «alimentado de experiencia», de clubes «como el Pozuelo de Alarcón o como el Rayo» y «porqué no», se pregunta. ¿Por qué se lo pide el cuerpo? «¿Por qué le pide a uno el cuerpo fumar? Yo no fumo, no juego la partida… algo tengo que hacer, así me siento ocupado. Si no es gracias al fútbol, a lo mejor me hubiese hundido, y qué menos que devolvérselo».
Del futfem y sus gentes, más que de club
Su identificación va más allá de unos colores. Llega a las chicas; no es de un club, es del futfem. Del Rayo Simancas se fue ‘ahogado’ por motivos que no vienen al caso. Del CD Parquesol lo hizo «por la base», porque la saturación de equipos del conjunto naranja impide que esa sección crezca. Aunque sus inicios vienen aún de más atrás.
«Empecé en el fútbol cuando mi hija tenía seis años y jugaba en un equipo mixto en el San Viator. Empecé ayudando al entrenador y estuve cinco años de presidente. Cuando ella ya no podía jugar en un equipo mixto, me tomé un año sabático. Y luego me comentaron que porqué no intentaba hacer un equipo femenino, a partir de tres chicas«, rememora. Aquello fue el germen del Rayo Simancas.
Entonces le tocó ir por «todos los clubes» en busca de niñas pequeñas que se sumaran a su proyecto, ganándose la confianza de esas entidades y de las familias. Previo acuerdo de filialidad, empezó con dos conjuntos y consiguió «tirar para arriba» con la base de lo que actualmente es el Parquesol de Segunda División, con quien se fusionó la sección femenina simanquina hace dos años y medio.
Foto: Alba Oliveros
Lo tenía «todo» y lo dejó, y ahora vuelve a empezar «de cero». Y algunos le llaman loco. No le importa. Reconoce, extrañaba el ajetreo que esto le trae. «Esto no tiene una retribución, al contrario, gastas dinero. Pero echo de menos ese intercambio de vivencias; ver cómo gente que no tiene nada te lo da todo, compartir momentos con gente que está empezando y que es valiente… Para alguien como yo, que siempre he sido humilde, ese es el pago», explica.
Se le ve contento. O por lo menos optimista. «Contento por momentos, hay altos y bajos, porque falta mucho. Tenemos cosas habladas, pero hasta que no lo metamos en el Sistema Fénix… Eso sí, tengo un grupo de trabajo excelente, pronto se irá anunciando. Queremos preparar algo bonito; una peña, que venga el viejo equipo… Ilusión tengo mucha. Me gusta viajar, conocer gente, conocer el fútbol femenino… El Pozuelo, por ejemplo, tiene una idea tremenda, que es involucrar a las jugadoras en los colegios, así ellas crecen como personas y conocen a la base que puede venir».
No es para menos que el CD Victoria contara con él para reverdecer viejos laureles, para rememorar aquellos tiempos en los que la entidad se debió sentir orgullosa de su sección femenina. Por trabajo no será. «Mi labor está en trabajar fuera, no está en el club», dice lacónico.
Y añade: «Yo no estoy para figurar, estoy para que ellas puedan crecer». Algo que a buen seguro harán; por empeño no será. De alguien que no puede ser considerado menos que una institución en el fútbol femenino de la provincia y que, por suerte para este, volverá –ha vuelto– al ruedo para aportar sus no pocos conocimientos. Como siempre, todo por ellas.