El pésimo resultado cosechado ante el Huesca no frena a los 1.500 aficionados que alentarán al Real Valladolid en el Carlos Tartiere

Un equipo sin afición no es nada, y en el fútbol no iba a ser menos. La rivalidad del terreno de juego se traduce en una grada que apoya, alienta y empuja a un club, o al menos unos colores, por los cuales que se dejan más que la garganta.
Cierta hostilidad, pero también compañerismo que, en ocasiones, alcanza límites insospechados, como es el caso del hermanamiento que desde hace más de veinte años inunda los corazones de los seguidores carbayones y blanquivioletas.
Desde aquel tres a ocho en el Carlos Tartiere, el Real Oviedo y el Real Valladolid viven un idilio que traspasa cualquier hostilidad. Y es que ambos conjuntos se enfrentaron en la penúltima jornada de la temporada 1995/96 en Primera División, cuando los pucelanos lograron permanecer en la categoría.
El cuadro visitante no se achantó y, pese a llegar al tiempo de asueto con dos a uno en contra, resurgió y efectuó una remontada épica. La gran hazaña de la nave pilotada aquel entonces por Vicente Cantatore –ante un Oviedo ya salvado– forjó una intensa unión entre los dos clubes que persiste hasta la fecha. Por ello, el reemprender lazos este sábado hace de esta jornada la más especial del año.
La última visita liguera de la entidad vallisoletana al feudo asturiano se remonta a la campaña 2000/01 donde, con Pancho Ferraro al timón, vencieron por un desahogado cuatro a uno. Si bien la derrota ante el Huesca en Zorrilla el pasado domingo no encajó bien en la afición, se prevén alrededor de 1.500 desplazamientos a Oviedo. Y es que este lunes, día posterior al funesto encuentro, se apuntaron al viaje nada más ni nada menos que 200 personas.
Para ese día, la Federación de Peñas ha organizado un encuentro con los peñistas carbayones en la Plaza Pedro Miñor, cercana al Carlos Tartiere. Posteriormente, los alrededores del estadio acogerán un acto institucional entre ambas federaciones con el objetivo de galardonar la confraternidad entre ambas aficiones.
Será, por tanto, un partido lleno de alegría en un día de fiesta y de pasión futbolística. Así lo asegura Luis Rodríguez, directivo de la Federación de Peñas del Real Valladolid e integrante de la peña Mendilibar: «La gente está como loca por ir a Oviedo. Ya estuvimos juntos en la ida e hicimos hermanamiento con ellos, lo pasamos muy bien».
Jorge Martín, de la peña Frente Blanquivioleta, asevera estar «lleno de ganas por ir a Oviedo», ya que es la primera vez que acudirá a un partido entre hermanos: «Me gusta que en el fútbol haya buenas relaciones, ir sin peligro y a pasarlo bien. Espero que nos traten bien allí. Ya estuvimos en Bilbao y ganamos, les dimos suerte; esperemos que ahora también».
No obstante, viendo el bajo rendimiento de los pupilos de Miguel Ángel Portugal en los últimos choques, algún aficionado acudirá más por ocio que por apoyar al equipo. «Iré pero tiene que cambiar mucho esto, nos falta actitud tenemos muy buen equipo pero nos falta ambición y carácter. Allí hay mucha amistad y sidra de por medio y se pasa muy bien», manifiesta un simpatizante de los blanquivioletas.
Como en todo, las opiniones son dispares y parte de la afición no cree en estos lazos, máxime, por parte de los asturianos. «Allí no hay tanto hermanamiento, no es tan recíproco, no se vive tan intensamente como aquí. En Valladolid se quiere mucho a los de Oviedo, pero allí se ve como a un equipo más», asegura Álex Cortijo, seguidor pucelano.
La rivalidad, en muchas ocasiones empaña las buenas relaciones entre clubes, por lo que la unión entre vallisoletanos y ovetenses es digna de admirar. Así lo asegura Sergio Horas, otro aficionado del club del Pisuerga: «Es complicado que en el fútbol haya este tipo de relaciones entre aficiones porque al final hay mucha rivalidad, pero es muy bonito ver cómo dos entidades en las que la propia directiva de ambos clubes se lleva bastante bien se unen«.
Pero lo que está claro es una cosa: que sea cual sea el resultado, gane quien gane o pierda quien pierda, nada ni nadie arruinará la fiesta del fútbol que este sábado acoge la capital asturiana.
La reconciliación en Zorrilla
Mayor hostilidad se vaticina en el envite que acogerá el Nuevo José Zorrilla el domingo y que enfrentará al Promesas y al Racing de Santander. Al igual que ocurrió la pasada campaña en la cita con el Oviedo, el filial blanquivioleta podrá alejarse de su habitual zona de encuentros y permutar el césped artificial de Los Anexos por el natural del Estadio.
Foto: Víctor Álvarez
Una idea que manó de la necesidad de albergar a un gran número de seguidores cántabros, pues el hecho de que unos dos mil, aproximadamente, se desplazasen a Logroño hace pensar que, dada la cercanía, otros tantos arriben a la capital castellana. Iniciativa que debería mantenerse para partidos venideros, dado el lamentable estado del terreno de juego. «Los Anexos no está en condiciones para entrenar y menos para jugar en una competición de nivel aceptable», asegura Sergio.
En este aspecto la afición es unánime y considera que abrir las puertas del estadio a la cantera es lo mejor que puede hacer el club. «Por medidas de seguridad es esencial, además vendrán muchos aficionados y dejarán más dinero en las arcas», afirmó Luis. «Es magnífico que se utilicen las instalaciones para que las puedan disfrutar otros seguidores que vienen a Valladolid», tal y como comentaba Jorge.
Para este choque se pronostica una mayor confrontación. No obstante, remontarse al ‘Pacto de Llanes’ se antoja muy lejano y, pese a la animadversión que causó dicha alianza en 2010, el Promesas no fue víctima directa. Así lo estima Sergio, quien afirma que «no habrá ningún tipo de problema». Es algo del pasado y ya está olvidado«. Además, el Racing es un ejemplo de club, pues en momentos de dificultad como los que ahora vive, la masa social ha aumentado y es digno de destacar.
En cualquier caso, no será hasta el domingo cuando podramos disipar dudas y comprobar si de verdad esta enemistad aún persiste o si, por el contrario, se estrecharán manos en Zorrilla.