El fútbol femenino se encuentra en Valladolid en periodo de crecimiento, más por número de equipos que por la existencia real de una apuesta por una estructura
Desde siempre se ha dicho que la calidad es más importante que la cantidad. Que mejor poco y bueno que mucho y malo, o así al menos se lo enseñaron a quien escribe cuando era pequeño. Vaya por delante que esta frase hecha no quiere decir nada sobre los proyectos vigentes o nacientes en el fútbol femenino de Valladolid. Aunque, sin pretender faltar, algo de relación tiene.
En la actualidad, como se puede conocer a través de esta página, la provincia cuenta con un equipo en Segunda División, el CD Parquesol.
Mientras, en la categoría inmediatamente posterior, en la Regional Femenina, son cuatro las entidades militantes; a saber: CD San Pío X, CD Laguna Promesas, CD Arroyo Pisuerga (debutante este curso) y Parquesol –filial del equipo de Segunda–.
Este escenario previsiblemente cambiará la próxima temporada, cuando se sume a los cuatro anteriores el CD Victoria. Como recordaba días atrás en su Twitter Alberto Hernández, entrenador del Laguna Promesas, así, el club verde volverá a contar con esta sección, que ya tuvo entre 2004 y 2008, cuatro años de los cuales en uno jugó en Segunda. Está previsto que al primer equipo se le sumen otros tres de cantera: un benjamín, un alevín y un infantil. Justamente lo que le falta a los demás: estructura.
Son, por tanto, en su gran mayoría, equipos nacidos o que nacen de la nada, sin una base formativa desde un punto de vista ‘exclusivo’; esto es, aunque cuentan con niñas en sus categorías inferiores, estos clubes no cuentan con conjuntos solo de chicas, por lo que no existe un desarrollo como grupo. Cuando juegan, lo hacen rodeadas de niños, ajenas al contexto que luego vendrá, si es que siguen jugando.
La excepción quizá fue el germen del Laguna Promesas actual, un grupo de chicas que comenzó a jugar hace varias temporadas a las órdenes de Lorena de Castro, actual jugadora del CD Parquesol, en el CD Laguna. No obstante, aquella iniciativa de la jugadora lagunera no tuvo continuidad más allá de su propio equipo, toda vez que conforme las niñas fueron quemando etapas por detrás no se ‘generaban’ nuevos equipos.
A las entidades antes señaladas hay que añadir una, el Villa de Simancas, que tiene pensado empezar la casa por los cimientos creando un equipo en benjamines y otro en alevines solo con chicas. Para lo demás, si acaso, ya habrá tiempo, parece pensar la entidad franjiblanca, sita en una localidad en la que ya hubo ‘futfem’.
Años atrás, antes de que discrepancias con el consistorio llevara a la estructura que coordinaba Santos García a venirse a la capital, existió allí el Rayo Simancas, absorbido hace dos temporadas por el CD Parquesol. Casualmente, será el propio Santos García quien dirija la nueva sección del Victoria, tras un año sin cargas, despojado de sus cargos en el club parquesolino.
Aunque no es el único antecedente extinto. Explicaba el ya citado Alberto Hernández días atrás que hubo otros proyectos fallidos, como el del CD Rioseco (temporada 2008/09), dos intentonas del Atlético Tordesillas o la del Juventud Rondilla (2006/09), cuyo grueso del plantel se marcó al Real Valladolid Femenino, que duró solo dos años y no contó con el convencimiento real desde las oficinas de la Avenida Mundial 82.
Falta de estructura = problema de captación
Ciertamente, fácil es hablar cuando no se forma parte de un club, ni debe uno fajarse por conseguir completar las fichas necesarias para sacar un equipo con ciertas garantías. Sin embargo, da la sensación de que nadie apuesta por el fútbol femenino desde la base. Si bien han existido –y existen– proyectos más o menos solventes, estos parecen querer beber de un arroyo casi seco, no porque no haya jugadoras, sino porque falta unidad.
El CD Laguna antes citado, que entrenaba Lorena de Castro, arrancó cosechando unos resultados pobres, pero fue pionero. Con el paso del tiempo, esas prestaciones competitivas mejoraron. Pero, desde el inicio, por encima de los resultados, se atendía a la formación.
No se buscaba competir desde el primer día, se trataba de encontrar un bloque que estuviera educado y formado en el fútbol y que con el tiempo pudiera competir más arriba. La sensación existente en el entorno del fútbol base de la provincia es que falta eso: una apuesta clara por la formación.
Apostando por crear equipos en categoría regional sin tener otros en formación es apostar por un producto ‘acabado’, pero a la par desconocido. Siendo loable la aparición de nuevos conjuntos en la citada categoría, resulta difícil pensar que, apareciendo de la nada, puedan llegar a competir ante otros ya formados o con estructura de cantera.
Cierto es, la capacidad de ‘absorción’ del fútbol digamos masculino hasta la edad cadete permite que aquellas niñas a las que les gusta el fútbol puedan contar con una formación, si bien al equipararse y competir con niños, pierden, y decir lo contrario resultaría hipócrita, ya que el nivel técnico-táctico no suele ser el mismo.
Tal y como comenta Alberto Pérez, entrenador del CD Parquesol de Segunda División AQUÍ, la falta de un eslabón intermedio y que las jugadoras salten de esta edad a jugar con mujeres adultas provoca también el salto de una etapa en la educación formativa-futbolística. Así, es un habitual que en un lapso corto de tiempo una niña pase de jugar con chicos de su edad a hacerlo con mujeres que les sacan varios años, lo que provoca que el progreso sea desacorde a su edad.
Asimismo, la falta de estructura de cantera hace que la captación para estos equipos ‘grandes’ sea más difícil, no solo por calidad, que también, sino incluso por cantidad, puesto que entraña una gran dificultad acudir fuera del propio club para realizar fichajes. El arraigo a la entidad en la que se juega, el apego al fútbol y la formación son mejores cuanto más temprana es la edad de captación. Fichar en edades, digamos, tardías, entraña problemas por el número de chicas que juegan al fútbol y puede hacerlo a nivel competitivo si su formación no ha sido la adecuada.
Por lo tanto, debería ser más importante el cómo que el cuántos. Para que el fútbol femenino crezca de verdad importan la perseverancia y la adecuación de cada proyecto al entorno. Parafraseando al tópico, bien haría el hambriento en aprender a pescar, en vez de conformarse con recibir un pez como agasajo. Siendo todos los proyectos nacientes dignos, bien haría quien quiera emprender uno en empezar por las bases, y no la casa por el tejado. Como Villa de Simancas y Victoria pretenden.