El CD Parquesol sigue luchando en pos de la salvación con una plantilla muy joven, que aprende a la vez que busca resultados
Este pasado domingo el CD Parquesol perdió de una manera un tanto contundente frente al Atleti Féminas B, colíder en la actualidad y un rival que, de poder ascender, a buen seguro estaría en la lucha por hacerlo. La apuesta, claro, es distinta. «Tienen más recursos que nosotras, y eso se nota», decía Alberto Pérez, técnico naranja, a la conclusión del encuentro.
Es el conjunto colchonero uno de los «seis o siete equipos» que están «un paso por encima de los demás». De esos contra los cuales las parquesolinas tienen bastante con competir como buenamente pueden, valiéndose de sus enfrentamientos para prepararse para los que son de ‘su liga’, que no es otra que la que se libra en busca de la permanencia.
La humildad es reina del proyecto. Consorte, o eso pretende Pérez, de un bloque que quiere que sea sólido. En estas, aunque vienen de perder varios partidos, percibe una «dinámica parecida a la de la primera vuelta».
No obstante, advierte también una «mejoría en aspectos técnicos y tácticos». «No solo sufrimos menos, también jugamos más como bloque y se intenta jugar el balón; se ha cambiado el prototipo de fútbol femenino de jugar arriba«. Es esa una de sus obsesiones, que sus jugadoras continúen asimilando conceptos con los que quizá estaban menos familiarizadas a la hora de trabajar.
En el fondo, forma mientras compite; es a lo que está obligado. El mismo choque ante el Atleti Féminas B es un ejemplo: jugaron, como viene siendo habitual en las últimas jornadas, tres chicas del filial. «Y no desentonan, demuestran que la juventud puede tirar hacia adelante, sobre todo en este club», en el que en verano, a la hora de acometer una renovación, debieron tirar de la casa por obligación más que por devoción.
Esto es así porque es el Parquesol un club humilde, que no puede aspirar a realizar fichajes de chicas que provengan de sitios alejados. Ha jugado la baza del filial, hasta el punto de rejuvenecer más si cabe una plantilla que no tenía una media de edad demasiado elevada –como es habitual en muchos equipos–. Sin embargo, quizá en el futuro no baste.
«Van a salir nuevos proyectos de fútbol femenino y no creo que haya tantas chicas para tantos equipos. Las chicas no buscan tanto la categoría como jugar con las amigas y pasárselo bien. Nos va a seguir costando, porque aunque tenemos un filial, no hay una cantera; al no tener una estructura no se ve una progresión«, considera Alberto Pérez.
Esto puede no ser así en uno de los proyectos que empieza a germinar, el del Victoria, que pretende tener equipos desde la categoría benjamín. «Aquí se viene directamente al primer equipo o al filial. Aunque tenemos la ventaja de tener un equipo en Segunda, tenemos el inconveniente de carecer de cantera más hacia abajo«. Preguntado por la idoneidad, aunque su opinión parece clara, el entrenador reconoce que «eso es algo que se tienen que plantear el coordinador y el presidente».
Define ‘su’ Segunda como «atípico», ya que «en fútbol masculino hay pocos casos de jugadores de dieciséis o diecisiete años jugando en esta categoría». Esos futbolistas han recibido una «educación en el fútbol» que en algunos casos «aquí no existe», lo que le obliga’ a lo comentado, a formar a la par que el equipo compite.
«A niñas de dieciséis o dieciocho años no solo hay que inculcarles que compitan; hay que hacerlo de una manera determinada, con unos valores determinados y como bloque. En este caso, estamos cambiando el paradigma en un año, intentando hacerles ver que el fútbol es un deporte colectivo, que todas son importantes y que la progresión de todas es lo mejor para el grupo«, alega el míster parquesolino.
Denotan sus palabras que percibe cierto egoísmo, aunque jamás personaliza; ni siquiera habla exclusivamente de sus chicas. Ve, en general, en el fútbol femenino, un componente individualista y de poca cultura de fútbol de toque. «Tienen que pensar en el ‘nosotras’, no en el yo. Todas se merecen una oportunidad, aquí juegan las diecinueve, por el compromiso y el esfuerzo que demuestran día a día».
La mitad del equipo que se enfrentó al Atleti Féminas, explica, era «menor de diecisiete años». La progresión antes referida, por tanto, se está acelerando. Pero en este proceso explica la razón por la cual las diecinueve juegan, como decía. «Estamos intentando integrar a las chicas lo más rápido posible. Hay que hacerles ver que es un año de transición y para crecer, y estamos intentando que las más experimentadas también lo vean así», expone.
En el salto de la sub 16 a la sub 18 encuentra el mismo problema de falta de competitividad que hace una semana comentaba Numi Antón, seleccionador regional, en los micrófonos de esRadio Valladolid, en #HacemosCantera. La explicación que encuentra Pérez es que «en edad sub 16 vienen de jugar con chicos y compiten según la progresión, pero cuando dan el salto pasan a jugar con gente veterana, y si no les das la oportunidad, se estancan».
Es por ello que es partidario de «hacerlas partícipes y enseñarles», como él intenta. «En fútbol masculino pasa en el salto de juvenil a aficionado, si das el salto pero no acumulas experiencia ni aprendizaje, no evolucionas o la progresión es más lenta». Solo así, permitiendo que se formen, que acumulen minutos y aprendan sobre la competición, se desarrollarán y se evitará esa pérdida/problema de competitividad.
Volviendo prácticamente al inicio, Alberto Pérez vuelve a hablar de estructura para que el fútbol femenino evolucione. «Tiene que haber un cambio de mentalidad», considera. «Ellas tienen que dar un paso adelante. Y los clubes y los demás estamentos también. Hay que trabajar en la formación frente a la competición. Intentar que los clubes se animen a hacer estructuras«, finaliza el entrenador del que es, ahora mismo, el primer equipo de fútbol femenino de Valladolid.