El Real Valladolid Promesas intentó hasta el último instante llevarse el triunfo ante un difícil Lealtad, que se adelantó en la única ocasión que tuvo y no quiso jugar

Foto: Víctor Álvarez
El Real Valladolid Promesas fue capaz de imponerse al Lealtad en un duro encuentro, en el que el viento dificultó enormemente las cosas y terminó siendo el verdadero vencedor, cuando debió serlo el filial. Los asturianos se adelantaron en la primera mitad, la más igualada de las dos, en la única oportunidad que tuvieron en los noventa minutos y en el único desajuste –en cadena– del único equipo que mostró hasta el final el afán de ganar.
Aunque el aire soplaba a favor del Promesas durante los primeros 45 minutos, no anduvo del todo fino. Pecó de impreciso y, sobre todo, de precipitado en sus ansias de llevar el balón hacia adelante. Cierto es que el Lealtad dificultaba cualquier intento de sacar el balón jugado, pero tampoco pareció que los blanquivioletas quisieran mucho. Animados por la corriente, dieron muchos pelotazos, con sentido, orientados en muchos casos hacia Higinio, que estrenaba titularidad, pero luego se perdían.
En uno de estos llegó la lesión de Deve, que reaccionó a un cambio de orientación y, mientras esprintaba, sintió un pinchazo en la parte posterior del muslo. Estos problemas físicos permitieron que Nacho Porcar dispusiera de sus primeros minutos en Los Anexos, eso sí, fuera de posición: primero en el lateral derecho y luego en el izquierdo, ya improvisado por las bajas, y donde jugó de inicio Arroyo.
El partido, aunque apenas acababa de empezar, se enfrió durante unos minutos, lo que permitió que llegara el gol del Lealtad. Le cayó el balón a Espina, en el lado derecho del campo, mientras replegaba la zaga, y como quien no quiere la cosa, se fue adentrando hasta, desde la frontal, soltar un disparo a la cepa del palo corto que sorprendió a Julio, quien no reaccionó a tiempo y vio cómo el balón botaba frente a él antes de entrar.
El filial respondió cayendo en los mismos vicios, buscando a través de ellos explotar sus virtudes. Si una de sus características principales es la velocidad, trató de exprimirla con esos envíos largos que de poco o nada sirvieron. No ya para marcar, sino incluso para generar el suficiente peligro como para inquietar a Porrón.
El segundo periodo cambió desde el comienzo, dado que Arroyo y Porcar intercambiaron sus posiciones y esto permitió que el primero, activo en la primera parte a pesar de jugar a pie cambiado, explotara el hábil y diera profundidad al equipo por la derecha. La definitiva mejora llegó bien pronto, con la entrada de un Caye Quintana que reactivó y dio sentido al ataque blanquivioleta en lugar de un poco atinado Renzo.
Nada más salir, el de Isla Cristina dispuso del primer acercamiento peligroso, tras un balón profundo al espacio con el cual se entretuvo y que no pudo proyectar hacia la puerta rival. No tardaría mucho más en llegar el tanto del empate, del propio Quintana, que envió a la jaula el cuero prácticamente en boca de gol, después de un envío de José desde la derecha.
A partir de entonces el Promesas creció, aún más, y se volcó en busca de los dos puntos que le faltaban por lograr. Mientras tanto, el Lealtad se dedicó a contrarrestar su juego con continuas pérdidas de tiempo, sin buscar ni tan siquiera un contragolpe que pudiera darle la victoria. Se conformó, y por desgracia para el filial, le valió.
Si antes habían sido capaces de contrarrestar a los de Borja Jiménez ayudados por el aire, los asturianos sufrieron para hacerlo en el tramo final, toda vez que los primeros fueron más precisos que en la primera parte, en la que apenas fueron capaces de controlar el balón y el mayor lapso de tiempo este estuvo parado, en la banda o en golpes francos.
José ambicioso se echó al equipo a sus espaldas en los últimos minutos. Probó a Porrón con un disparo raso desde la frontal, después de meterse desde la izquierda hasta la zona central, y sirvió a Caye un centro que pudo ser el dos a uno, y que acabó en la portería visitante, pero que no subió al marcador por presunto fuera de juego del andaluz.
Aunque la tónica siguió siendo idéntica, no desaparecieron las dificultades; el incómodo viento y un aguerrido rival impidieron que hubiera más oportunidades, por lo que el filial se tuvo que conformar con un punto. Agrio, porque mereció los tres, ya que fue el único de los dos contendientes que demostró quererlos, pero a la vez dulce, ya que el Lealtad es un conjunto de la parte alta de la tabla y se vio empequeñecido.
Con esta igualada, el Real Valladolid Promesas alcanza los veintinueve puntos, a una semana de visitar en San Lázaro al Compostela, rival directo por la permanencia. Pase lo que pase en el resto de la jornada, seguirá fuera del descenso y del play-out, a falta de ver si la distancia actual, de cuatro y tres puntos, se mantiene o se reduce.
Real Valladolid Promesas: Julio; Deve (Nacho Porcar, min. 16), Cristian, Iván Casado, Arroyo; Mario, Juliá; Jose, Renzo Zambrano (Caye Quintana, min. 60), Toni (Mayoral, min. 79); e Higinio.
Lealtad: Javi Porrón; Cuello, Aguilar, Blanco, Keko; Mendi, Llano; Álex González (Robert, min. 67), Jorge (Álvaro, min. 86), Espina; y Beda (David, min. 79).
Árbitro: El colegiado extremeño Hernández Maeso amonestó a los locales Caye Quintana, Arroyo y Nacho Porcar y al visitante Adrián Llano.
Goles: 0-1, min. 20: Espina. 1-1, min. 70: Caye Quintana.
Incidencias: Unos 250 espectadores presenciaron en Los Anexos el partido, correspondiente a la jornada vigesimoquinta en el Grupo I de Segunda B, en una mañana fría y con mucho viento. Antes de comenzar el encuentro se guardó un minuto de silencio por el fallecimiento de la abuela de Julio.