Nikos Karampelas buscará volver a Primera División de la mano del Real Valladolid y relanzar, quizá en su ocaso, una carrera marcada por un penalti errado

Karabelas para muchos, Karampelas en sus propias redes sociales, Nikos, nuevo lateral izquierdo del Real Valladolid, tendrá muy clara su misión en el Nuevo José Zorrilla: relanzar con un ascenso una carrera marcada por el infortunio. Blanquivioleta hasta el treinta de junio, podrá seguir vestido así en caso de ayudar a devolver al club a Primera. De lo contrario, confirmará su ocaso, iniciado en el Levante.
Formado en el Aris de Salónica, desarrolló allí buena parte de su carrera, hasta que, después de nueve temporadas en el primer plantel, terminó rescindiendo su contrato. Lo hizo después de ser objeto de las iras de su afición, tras marrar un penalti en la Copa ante el PAOK –máximo rival– y ser amenazado por ello.
Puso aquello freno a los 206 envites con la zamarra amarilla, en los que marcó ocho goles. Dio paso a una época igual o mejor, en el AEK de Atenas, con el cual ganó precisamente una copa, jugó competiciones europeas y disputó 71 encuentros –con una anotación– en tres temporadas.
Titular en los dos primeros años, desapareció del once en el tercero. Llamó varias veces a las puertas de la selección helena, con la que fue citado en diferentes listas preliminares y llegó a debutar el catorce de noviembre de 2014, en un encuentro ante las Islas Feroe. Para entonces, ya estaba en el Levante, hacia donde se dirigió en 2012 en busca de una continuidad que en Atenas le era negada.
En el cuadro levantinista, sin embargo, tampoco la ha tenido. Jugó trece partidos oficiales en su primer año, veintiuno en el segundo, catorce en el tercero y apenas dos en el presente. Jugador de rotación en sus primeros cursos, en los que Juanfran le ganó la partida, desapareció definitivamente con la irrupción de Toño y ya en verano se habló de su salida, pero no se dio la ocasión.
Por el camino, sufrió varias lesiones musculares y tuvo que lamentar un gol en propia meta ante el Real Madrid en el Santiago Bernabéu que, por la forma en que se dio, fue doloroso. Así, con todo, no terminó de demostrar aquello que parecía ser: rudo y serio en las labores defensivas y capaz de incorporarse al ataque sin descuidar estas, más o menos como hace Javi Moyano en el otro lado.
También central; jugador de equipo
A buen seguro, el principal lunar que Nikos ha mostrado en su experiencia en España es la disciplina, ya que ha visto catorce amarillas y dos rojas en esos cincuenta partidos. Una de las virtudes que seguramente le hayan traído a Valladolid es que puede actuar como central, una posición en la que el Pucela no ha andado sobrado en la primera mitad del curso.
Otra de las cuestiones por las que destaca es porque es un jugador de equipo, de los que no hacen ruido, por lo que cabe esperar que aunque sea suplente, sume en fuera del campo tanto o más de lo que pueda sumar dentro. Prueba de ello es que, en sus reiteradas suplencias, jamás levantó la voz en el Levante. Incluso, su relación contractual con el conjunto granota fue ampliada estos años a pesar de su rol secundario, lo que habla a las claras de esa forma de ser, profesional.
Cuando le toque actuar, ya sea por dentro o por fuera –preferentemente– tratará de revelarse como lo que es, un zaguero fuerte, intenso, al más puro estilo heleno. Un tractor, como su excompañero Cala dijo de él cuando fichó por el Levante. Profesional, centrado, y ojalá fiable, pues si da cuenta de ello, el Real Valladolid podrá ser su lugar. Su sitio para decir adiós al infortunio y demostrar que sí, que en España todavía puede ser útil.