La expedición del Real Valladolid Promesas se olvidó a su mediocentro en Guijuelo, tras la victoria por uno a cuatro en un Municipal en el que de inicio posaron solo diez jugadores para la habitual foto de los onces

con la expedición blanquivioleta
para que vuelva a por él
Foto: Rosa M. Martín
En lo meramente futbolístico, el partido del Real Valladolid Promesas en Guijuelo dejó unas sensaciones gratas, después del alto nivel competitivo mostrado por los vallisoletanos. Fuera del terreno de juego, el choque en el Municipal dejó varias historias para el anecdotario.
O, bueno, a decir verdad, sobre el mismo tapiz comenzaron los hechos, digamos, llamativos. Empezaron con una foto de un once que no fue tal. Con total naturalidad, el equipo formó para Blanquivioletas, único medio destacado en la localidad salmantina. Pero faltaba alguien. ¿Dónde está Juliá? El nuevo jugador del filial no posó en primer término porque después del saludo de rigor al conjunto rival y al colegiado se acercó al banquillo recibir unas últimas indicaciones. Y nadie se dio cuenta hasta una vez tomada la primera instantánea [que puedes ver AQUÍ], por lo que hubo que repetir.
En la grada, los jugadores visitantes no convocados –Adrián e Isma Casado, más Ángel, lesionado– y el cuerpo técnico fueron reubicados. Aunque no todos. Juancar, el entrenador de porteros, tuvo que ‘pugnar’ por la posición para poder grabar el partido con un cámara local que, cuando no invadía su plano, le encimaba cuan defensa sudamericano llevándole casi a sentarse sobre la mesa en la que estaban los medios de comunicación.
El encuentro discurrió sin mayor novedad, al margen de los goles, hasta que llegaron los cambios. Los locales fueron pitados; los blanquivioletas, jaleados. Fueron aplaudidos Anuar y Caye, y fue jaleado José, autor de dos goles frente a un Rubén de la Barrera con el que no tuvo muchas oportunidades el pasado año (lesiones aparte).
Asimismo, la buena actuación de Toni fue premiada, no solo por este portal, sino también, antes, por la hinchada chacinera, que supo reconocer varias de sus buenas acciones individuales. Un periodista salmantino, incluso, se preguntó «quién es ese Messi» después de la enésima ocasión del filial.
Terminado el duelo, llegaba el momento de los abrazos, ya no fraticidas, por aquello que había en juego, sino acompañados de buenas palabras y deseos de futuro. Si primero se pudo ver a Rubén de la Barrera dialogando con Mario Robles, Mayoral y Deve, como captó Blanco y Violeta, posteriormente el propio técnico dialogó con algún que otro componente más del Promesas, como Ayub, exjugador blanquivioleta.
Foto: Rosa M. Martín
El que durante más tiempo estuvo con él fue Anuar. Compañeros en el centro del campo durante un buen puñado de encuentros el pasado año, y desde entonces buenos amigos, estuvieron departiendo un buen rato. Tanto fue el tiempo que estuvieron charlando Ayub y Anuar que, cuando el segundo se quiso dar cuenta, el autobús con la expedición había salido ya de vuelta a Valladolid.
Después de la reacción habitual de incredulidad, después de que le fuera notificado por integrantes de este portal que se habían marchado sin él, Anuar se puso en contacto con Borja Jiménez, su técnico, para que volvieran a por él. Cosas que permite el teléfono móvil, un recurso que no tuvo a mano Macaulay Culkin cuando se quedó ‘Solo en Casa’.
Muy lejos no debían andar, porque cuando salieron algunos de los aquí escribientes, apenas cinco minutos después, el mediocentro ceutí –que, como no podía ser de otro modo, se tomó de buen humor el ‘olvido’– ya no estaba. Y entonces ya sí, con él y los tres puntos en el zurrón, a buen seguro entre risas, el Real Valladolid B retornó a casa tras encadenar su cuarto encuentro sin perder.