El conjunto de Miguel Ángel Portugal se vuelve de Mallorca con tres puntos inmerecidos. La entrada de Mojica fue determinante para que el Pucela insistiera en el tramo final y ganara

De manido, el refrán que dice que quien perdona paga es odioso. Si cada partido de fútbol fuera una gala de Eurovisión, no solo el mundo sería más divertido, con sus frikis, sus pocos puntos para España y turbinas de viento varias, sino que además provocaría alcoholismo. «Cada vez que alguien dice ‘quien perdona paga’, chupito». Porque lo cierto es que no porque cree hartazgo deja de ser real el dichoso dicho.
Que se lo digan al Mallorca, que, con poco, fue mejor que el Real Valladolid. Pero como le faltó acierto… Acabó viendo cómo el rival se llevaba todo el botín en juego sin merecerlo. Fue superior durante unos sesenta minutos, pero bueno, ya saben… Chupito.
A los de Miguel Ángel Portugal les sonrió la fortuna. Sí, esa misma que miró hacia otro lado cuando los blanquivioletas lo intentaron ante el Elche. Le sonrió porque insistieron, todo hay que decirlo. Porque solo así uno puede tener suerte, si la busca; al que espera sentado en el sofá de casa no le viene a buscar.
Los primeros minutos del Pucela sobre el tapiz del Iberostar fueron ciertamente prometedores. Sin embargo, como cantaba Ferreiro, se fueron, se perdieron, como lágrimas en la lluvia; promesas que no valen nada. Superado el cuarto de hora inicial, el Mallorca se hizo con el mando del encuentro y ya no lo soltó hasta el final. Crecieron los baleares espoleados por un canterano revoltoso, Brandon, que vio a Kepa convertirse en antihéroe, pues frenó más de una de sus acometidas.
Los baleares intentaron aprovecharse de que el mediocampo pucelano ni manchaba ni limpiaba; estaba inoperante. En la salida de balón, Tiba y Leão no acompañaban el paso atrás que siempre da Álvaro Rubio, lo que provocaba que hubiera mucha distancia entre el logroñés y ellos dos. En el repliegue, tardaban más que el tren burra. Y en fase ofensiva tampoco acertaban, seguían desconectados y se escalonaban mal.
Debido a esto, el equipo careció de creatividad y sufrió en defensa, sobre todo en los pasillos exteriores, que Brandon, Fofo, Coro y Moutinho con más ansia que acierto. No obstante, las ganas bastaron para generar una sensación latente de peligro que parecía ir desencadenar en gol, sobre todo a raíz del disparo al larguero de Coro.
En la reanudación esto no cambió. Una incorporación de Aveldaño por el costado izquierdo terminó en un tiro del lateral ante el cual Kepa reaccionó bien, evitando el uno a cero. Y como el descanso no había cambiado nada, pronto Miguel Ángel Portugal dio entrada a Mojica en el lugar de un inoperante Pedro Tiba.
La vuelta al 4-2-3-1 típico no surtió efecto inmediato, aunque sí ayudó a que Timor mantuviera más su posición y no se descolgara tanto (y tan mal), después de no haber entendido su rol de interior durante la hora anterior. En el Mallorca entró Pol Roige, sensación en el Sabadell en el Grupo III de la Segunda B en la primera vuelta, y dio nuevos bríos al ataque local. Fruto de una buena acción suya, Brandon marró su enésima ocasión.
El cambio real y definitivo en el Pucela se dio con la entrada de Alejandro Alfaro. El onubense ofreció la movilidad en tres cuartos que no se había visto ni en un Tiba que ante el Elche fue dinámico ni en Manu del Moral, también poco activo. Mezcló con los medios y viró sobre todo hacia la izquierda, donde Mojica fue creciendo cada vez más. Con ellos, también medró el equipo, que dispuso de varias oportunidades, una de ellas, convertida en gol, anulado por fuera de juego de Villar.
‘El Correcaminos’, más ‘correcaminos’ que nunca este curso, se marchó de su par en el minuto 89 y puso un centro al área, que se sintió como un puñal, en busca de la incorporación de algún rematador. No lo hizo en primera instancia, pero sí en el segundo palo, donde ‘El Duende de Aroche’ remachó a la red y resquebrajó todo lo bueno que habían hecho los mallorquinistas, merecedor, como mínimo, de un empate.
Aunque se rasgue alguno las vestiduras, no pasa nada por decirlo: el Real Valladolid no mereció ganar en Mallorca. Quizá incluso al contrario. Pero fútbol es fútbol, decía Boskov, y caos, piensa quien escribe, y como decía el Joker en ‘El Caballero Oscuro’, algo tiene el caos, y es que es justo. Lo es echando la mirada atrás, viendo que contra el Elche los blanquivioletas merecieron ganar y no lo hicieron.
Los dos puntos que agregó la sonrisa al botín, como cuando mamá mete en la maleta otros calzoncillos «por lo que pueda pasar» no deben ocultar que si el Pucela no (se) cambia de muda y comienza a ser regular, su sino será vagar como alma en pena por la zona media baja de la tabla. Seguir haciéndolo, en definitiva.