El asturiano vuelve una década después a las Islas Baleares, donde jugó en sus comienzos en Tercera División
Apenas llevamos quince días de este 2016 y el nuevo año ya nos ha dejado cambios en los despachos del fútbol español. Aunque los más sonados han sido en Primera División, por aquello de ser la ‘Liga de las Estrellas’, los efectos de este año bisiesto también han llegado a Segunda.
Y sino que se lo digan al Mallorca. En la que será la temporada del centenario el club bermellón ha comenzado 2016 por todo lo alto. Lo hacen estrenando dueño y ese no es otro que Robert Sarver, propietario de los Phoenix Suns. Y como si de un dominó se tratara, su llegada a las Pitiusas ha venido acompañada de nuevos fichajes.
A pesar de la revolución sufrida en el mercado de verano, en el que se contabilizaron quince nuevas incorporaciones, el club bermellón ocupa a día de hoy puestos de descenso. Por ello la nueva directiva ha querido dar un golpe de timón y ha cerrado los fichajes como el del delantero Adrián Colunga, vieja aspiración del Real Valladolid, en la que será su vuelta al fútbol español.
Una carrera dominada por varias cesiones
La trayectoria deportiva del atacante comenzó con tan solo doce años, cuando recaló en el Sporting de Gijón. Enseguida comenzó a despuntar y logró hacerse con el título de campeón de España en la categoría cadete. El club asturiano decidió cederlo al Turón, de Tercera División, y comenzó así el periplo de Colunga –que se vio sumido en unas continuas idas y venidas en forma de cesiones–.
A la vista de la poca confianza por parte de los rojiblancos, el delantero decidió desvincularse del club y puso rumbo a Mallorca. Era el año 2006 y el joven Adrián Colunga acababa de fichar por un club de la Tercera División balear. Poco podría imaginarse aquel muchacho que una década después volvería a pisar suelo insular.
Tras cambiar las Islas Pitiusas por las Canarias, Colunga encontró la estabilidad de la mano de Las Palmas. Se unió a la disciplina del club, que por aquel entonces militaba en Segunda, en la temporada 2007/08 y sus números estuvieron a la altura de lo esperado: trece tantos en 33 encuentros lo convirtieron en el segundo máximo goleador.
Su olfato goleador provocó que el asturiano cambiará las islas por la Península. En verano de 2008 fichó por el Recreativo de Huelva, club con el que anotó nueve tantos que, sin embargo, no fueron suficiente para evitar que los andaluces descendieran a Segunda.
Regreso a la que fue su casa diez años más tarde
Tras su paso por Andalucía, Adrián Colunga decidió fichar por el Getafe. Era la temporada y el club azulón había conseguido la clasificación para la Europa League el año anterior, competición en la que debutó con los madrileños contra el APOEL Nicosia FC.
Su primera temporada se saldó con un total de siete goles, lo que provocó que apenas contara en los planes de Luis García al año siguiente. Regresó al Sporting en calidad de cedido durante la primera mitad del 2012, aunque en esta ocasión sus goles tampoco lograron evitar el descenso de los asturianos.
Su regreso al club azulón comenzó con el delantero ocupando el banquillo, aunque tras el parón navideño consiguió resarcirse y volvió a ganarse la titularidad. Después de otro año más en las filas del Getafe, Colunga abandonó la capital y puso rumbo a Inglaterra.
Después de comenzar la temporada 2014/15 en las filas del Brighton, el mercado invernal supuso una nueva cesión en su carrera. Esta vez fue la ciudad de la Alhambra la que le acogió, aunque tampoco allí logró cuajar una buena actuación. Con el fin de su aventura en Granada, el asturiano volvió a Inglaterra para comenzar la presente temporada. Sin embargo, en octubre del año pasado rescindió su contrato y quedó a la espera de encontrar equipo.
Así, con la llegada de Sarver al Mallorca, Colunga firmó el que sería su regreso a las Islas Baleares una década más tarde, un reencuentro que será bueno para ambos. El club bermellón necesita un revulsivo que le ayude a firmar una segunda vuelta que le aleje del descenso, y el asturiano una nueva oportunidad de volver a demostrar lo que vale.